Los anunciantes parecen vivir el 2010 agarrados a la precaria rama de la seguridad que les daban las campañas de TV, sabiendo que deben soltarse de esa rama y volar hacia otros terrenos no tan cómodos y seguros. Dan vueltas, consultan, hablan con los planificadores y estrategas y analizan mil veces los distintos escenarios sabiendo que la TV es un paraíso perdido para muchos. Lo saben, anticipan su muerte, ven pros y contras y, a la hora de decidirse, mueven la cabeza a un lado y a otro gritando, ¡SÍ! Pero: ¿qué no hay nada más?
Este año suben los precios de un soporte que es barato aunque doble su coste, que cuenta con una aportación de datos y análisis inmejorable, que aporta seguridad y que es sencillo de integrar en cualquier análisis, pues se puede jugar con mil parámetros, pero que ha dejado de fabricar: se ha terminado la abundancia de GRP y hay que cazar en otros cotos que no son tan cómodos. Mala suerte.
Habrá que aguantar la subida, quitar presión, expulsar a algunas marcas del paraíso de la TV y aprender a exigir y a exigirse para que otros medios mejoren sus rendimientos.
¿Quién tiene que hacer los deberes más complicados? Sin duda, los creativos, que después de años de despreciar a la gráfica, a los soportes de exterior y a la radio, deben demostrar a las marcas que sus altas nóminas se justifican aún sin hacer TV. Hay vida fuera de Cannes, pero hay que buscarla.