The Absolut Company, compañía sueca que comercializa la marca Absolut, propiedad de Pernod Ricard, ha anunciado el cese de las exportaciones a Rusia, después de que en el país natal de la enseña, se levantara un movimiento que pedía la interrupción de la llegada del vodka a Rusia, uno de los países con mayor consumo de este tipo de bebida.
A pesar de que desde hace algo más de un año, la actividad de Pernod Ricard en Rusia se había reducido considerablemente y se habían detenido las inversiones en marketing, siguiendo las sanciones internacionales, la compañía había comenzado a ofrecer suministro de algunos productos a Rusia, con el objetivo de garantizar la viabilidad económica de su filial y proteger a su equipo local de cualquier responsabilidad penal y, en concreto, el de buscar una quiebra intencionada de la filial rusa.
“Sin embargo, la reacción de los últimos días refleja claramente el papel que juega Absolut para la comunidad en Suecia”, ha explicado Stephanie Durroux, consejera delegada de The Absolut Company. “Reconociendo también el deber de cuidar a nuestros empleados y socios, no podemos exponerlos a críticas masivas en todas sus formas”.
Asimismo, ha lamentado que el fin de las exportaciones a Rusia no impedirá que la marca acabe entrando a través del mercado paralelo, que de acuerdo con Durroux, ha aumentado considerablemente en los últimos meses y sobre el cual la empresa no tiene control.
Boicot en Suecia a los productos de Pernod Ricard
Con el objetivo de evitar las sanciones al tráfico comercial entre Rusia y otros países europeos, el país dirigido por Vladimir Putin puso en marcha el pasado noviembre una batería de medidas que permitían las importaciones paralelas, saltándose así la necesidad de contar con el permiso autorizado de los importadores y poder evitar las sanciones de la Unión Europea.
El grupo de espirituosos decidió entonces reanudar las exportaciones de ciertos productos, entre ellos la sueca Absolut, con el fin de evitar acabar en un pleito judicial con el gobierno ruso. Sin embargo, al conocer la noticia, sectores, consumidores e instituciones públicas pidieron un boicot a la marca, con calificativos en redes sociales como ‘colapso moral’, ‘sumisos’ y ‘un regalo para Putin’.
Hasta el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, afirmó públicamente que estaba ‘muy sorprendido’ al conocer la decisión de la compañía, y varios bares y restaurantes de Estocolmo dejaron de vender productos de Pernod Ricard.
“Reconocemos la importancia de estas relaciones de confianza y de largo plazo que tenemos con nuestros empleados, socios, consumidores y con toda la sociedad sueca”, reconoció Durroux.