El éxito no se hizo esperar.
En 1968 le invité a que interviniera como ponente en las segundas Jornadas de Marketing, dedicadas a la promoción de ventas. Su parlamento fue claro, brillante y pragmático. ¿No es así Stanley, claro, brillante y páctico? Tiene, además, un alma de niño y hechos de hombre intuitivo, entusiasta y buen negociador al que le apasionan los retos en cualquier lugar del mundo: Helsinki, Madrid, Lisboa, Barcelona, Miami, Londres, París, Nueva York…
En la hora de su jubilación de Delvico, que fundara hace 35 años, Stanley ha enviado a amigos y público en general una seria advertencia, una sugerente invitación: que no levanten la mano del arado o, lo que es lo mismo, que no tiren la toalla. Nunca tires la toalla (Maeva, 2006) es la suma de sus vivencias en la vida profesional de publicitario, que ha sido larga e intensa.
Un libro escrito con claridad, brillantez y amenidad, que se lee con agrado e interés. Tiene el valor de lo auténtico, en donde cada historia, de éxito o fracaso, termina con un toque admonitorio (ser uno mismo; lo importante no es como caes, sino cómo te levantes; el ser auténtico, vende; nunca dejes pasar una oportunidad; haz caso a la emoción; aprende a querer a tus clientes, etc.).
De acuerdo, Stanley, nunca tiraré la toalla.
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