Bill Gates profetizó la desaparición del papel sustituido por la tecnología informática. Con el correr del tiempo es muy posible que tal cosa suceda.
Sirva como ejemplo el libro, vehículo representativo de la cultura, que parece evolucionar hacia el cambio de su formato de papel por el digital y, con ello, los lectores nos perdemos la aventura de pasar página hacia lo desconocido.
Pero el papel no es lo único que corre el riesgo de desaparecer: junto a él, los directores de arte estamos en el punto de mira.
Como Narciso ante el reflejo de su imagen en el agua, trabajamos ensimismados frente a la pantalla del ordenador, preocupados por la calidad de reproducción del anuncio sobre el papel, sin pensar que su desaparición como soporte de ideas puede iniciar la cuenta atrás de la nuestra.
Puestos en esta tesitura, no nos queda más remedio que afrontar un cambio más drástico y profundo que el sufrido con la irrupción del ordenador en nuestras vidas:
Sustituir el papel por la mente de los consumidores.
Mar