Pero mire usted por donde, la imagen de servidumbre de los ciudadanos a las Instituciones, y no al revés como sería lo lógico, que desde tiempos decimonónicos se ha proyectado en nuestro país –“vuelva usted mañana”–, reaparece en esta campaña con todo su esplendor.
Y la imagen frívola de la publicidad vuelve a ponerse en el candelero público, una vez más, por culpa de un anunciante irresponsable.
Claro que en este caso el origen de la culpa está, supuestamente, en la creatividad de la agencia encargada de dar publicidad al mensaje. Pero no es menor la responsabilidad del cliente en aceptar una gracia creativa que trata de asociarse, retorciendo la similitud fonética, a una frase con más significado y popularidad: el “Yes, we can” de Barak Obama.
Gracia que se puede entender como imitación pobre, por la cual la imagen creativa de la agencia tampoco sale muy bien parada.
Y lo peor de todo es, qué le puede responder un padre a su hijo, hija, o un profesor, profesora, a sus discípulos cuando le pregunten: ¿Papá, qué quiere decir “Yes, we want”?
Porque la respuesta solo puede ser: Nada, una tontería.