Algunos piensan que está “cambiando todo lo que debe cambiar”, aplicando el término latino en el sentido más estricto. Probablemente debamos cambiar muchas cosas, incluyendo algunas reglas del juego y algunas dinámicas de trabajo. Es evidente que el cambio es el motor de la evolución, y resistirnos a la evolución nos conduciría inexorablemente a la involución progresiva.
Sin embargo no podemos, mejor dicho no debemos, cambiar a cualquier precio perdiendo los valores que nos han situado donde estamos, o dicho de otra forma, renunciando a nuestros principios.
Si perdemos el dominio intelectual de nuestras creaciones en el espacio global, si hemos de renunciar a nuestras estrategias de promoción porque no se ajustan a los códigos éticos, si nos hurtan la seguridad de las reglas escritas frente al compliance, probablemente no seremos más eficientes, ni tampoco evolucionemos en la mejor dirección. Por eso, en estos tiempos la palabra y la opinión de los profesionales expertos tiene más valor que nunca. Es el momento de apostar por valores de referencia, como los que nos aporta la Universidad como fuente de conocimiento y marco de aprendizaje.
En esta etapa el asociacionismo es sin duda un “valor refugio” para construir opiniones fundamentadas y referentes, para establecer la interlocución necesaria ante organismos, organizaciones y compañías que son, al fin y al cabo, las que sustentan nuestra actividad comercial.
Afrontemos puedes el mutatis mutandis juntos, con la fuerza que aporta una voz que representa una experiencia común que mira al futuro.