Cala Pescador, el nuevo vino blanco de Celler Pescador, ha lanzado una campaña para concienciar sobre la contaminación acústica en las playas catalanas. Para ello, la bodega ha creado, de la mano del cantante y presentador Miki Núñez, La canción del verano, una canción sin sonido pensada para no molestar a nadie al ser reproducida.
El objetivo de esta activación: concienciar y conseguir el máximo número de firmas posibles para pedir a los ayuntamientos de la costa catalana que limiten el uso de altavoces en sus playas, como ya lo hacen regiones como Valencia, Tarifa, Cádiz o Cantabria.
Las playas han dejado de ser un lugar de descanso para convertirse en un espacio en el que las canciones del verano suenan en bucle a través de los altavoces que muchos veraneantes colocan en la arena sin permiso, impidiendo que el resto de personas que quieren desconectar lo consigan.
Cala Pescador ha decidido dar un paso al frente y abanderar esta causa. La campaña, creada por la agencia creativa After, se lanzó el pasado martes 4 de julio en redes sociales con la intención de crear revuelo y expectación.
Proceso de la campaña
¿Cómo se hizo? Miki Núñez fue el encargado de dar el pistoletazo de salida subiendo el videoclip de La canción del verano en sus redes, como si de su nuevo single se tratara. Las reacciones llegaron pronto y fueron muchos los fans del cantante que reclamaron el sonido de la canción, quienes pensaron que se trataba de un error al subir el vídeo. Pasadas unas horas, el cantante explicó que no era un error, sino que formaba parte de la nueva campaña de Cala Pescador para acabar con la contaminación acústica en la costa catalana.
Para sumarse a la campaña del vino Cala Pescador ha abierto una petición en change.org con la esperanza de llegar a las 15.000 firmas y rogar a los ayuntamientos que actúen al respecto.
En España, regiones como Valencia, Tarifa, Cádiz o Cantabria ya cuentan con una normativa en cuanto a la regularización de sonido, con sanciones que tienen en cuenta los decibelios emitidos, ya procedan de altavoces, vehículos o cualquier tipo de aparato sonoro. Las medidas varían según la comunidad, pero el sistema de multas es común en todas ellas, con costes que pueden ascender hasta los 3.000 euros, como en el caso de Murcia.