Para ello, elaboramos un cuestionario extenso y abierto a multitud de temas que, a nuestro juicio, podrían ofrecernos un retrato robot de la sociedad española actual.
Teníamos un precedente inspirador. El 2 de enero de 2001, El Mundo -que por aquel entonces aún se apellidaba “del Siglo XXI”-, abría el milenio con una encuesta de Sigma Dos que arrojaba el siguiente titular: “Los españoles del siglo XXI apoyan la eutanasia, la clonación con fines médicos y los matrimonios homosexuales”. Como recordaba el gran periodista de este diario, Rafael Moyano, en nuestro libro conmemorativo de los 35 años de El Mundo y Sigma Dos, la encuesta reflejó una actitud decididamente orientada al progreso social: “En ese 2001, los españoles estábamos contentos con nuestro país y con el mundo en que vivíamos, pero demandábamos que se aceleraran los avances sociales”. Echando la vista atrás, podemos sentirnos orgullosos de un nivel de acierto que no han ratificado en esta ocasión las urnas, sino los acontecimientos históricos.
Preocupados por la preocupación
Volviendo a nuestra época, plenamente en el siglo XXI y casi un cuarto de siglo después de aquella encuesta, los españoles de 2024 somos, lógicamente, diferentes. También lo es nuestra mirada demoscópica, y tal vez por eso hemos incluido a los españoles partir de los 16 años, cubriendo así una muestra no solo cuantitativamente más extensa que la anterior, sino más rica, que da voz a los jóvenes que en breve se incorporarán a la mayoría de edad y que, para los investigadores sociales, suelen situarse en un ángulo ciego del que sabemos demasiado poco.
Los españoles de ahora tenemos preocupaciones renovadas, propias de nuestro tiempo. Nos preocupa, valga la redundancia, la manera en que nos preocupamos por los problemas. El 56,% reconoce haber sufrido algún problema de salud mental a lo largo de su vida (de los cuales, la ansiedad es el más frecuente, seguido de la depresión), frente a un 40% que afirma no haber vivido esta problemática. Aquí, la brecha de género es clara: el porcentaje de mujeres que responden afirmativamente a la pregunta roza el 60%, y desciende al 53,8% en los hombres. Siendo así, se entiende que el 91,8% cree que los poderes públicos deberían invertir más en salud mental.
Los españoles de 2024 nos sentimos mayoritariamente libres (67,3%), aunque un sorprendente 41,2% considera que los poderes públicos no garantizan las libertades individuales. Casi el 50% se considera feminista, frente a un 43,7% que dice no serlo. El 82,7% afirma que la transexualidad es una circunstancia personal que hay que respetar. Creemos abrumadoramente que el cambio climático existe (83,2%) y casi el mismo número, el 79,1%, afirma tomar alguna medida a nivel personal contra esta amenaza. Nos sentimos solidarios en un índice altísimo, el 82,4%. Sin embargo, el 47,2% de los españoles considera que en nuestro país hay demasiados inmigrantes, frente a un 26,3% que piensa que tenemos un número adecuado y un 14,4% que cree que necesitamos más inmigrantes de los que hay.
Desafío demográfico
En un país donde la polarización podría, al menos en apariencia, distanciar a las personas, es de celebrar que nos una algo tan básico como la sangre. Tenemos un índice de donación de los más altos del mundo (estamos claramente a la cabeza en Europa, seguidos, de lejos, por Portugal), y esto explica que el 44% de los españoles hayan realizado alguna vez este acto de generosidad con sus compatriotas y con su sistema de salud pública, que por cierto es valorado como bueno o muy bueno por el 72,5% y como malo o muy malo por el 26,3%. Eso sí, el 57% de los españoles cree que la salud pública ha empeorado en los últimos años.
¿Qué bienes materiales valoramos como más importantes para la vida? La casa en propiedad gana por mayoría aplastante, siendo el principal bien para casi el 70% (una proporción idéntica a quienes afirman tener su residencia en propiedad). Ocho de cada diez, sin embargo, pensamos que el acceso a la vivienda es más difícil ahora que hace una década.
Que estamos en un nuevo tiempo lo demuestra que consideramos más importante tener un smartphone (45,2%) que un coche (39,3%), e incluso que un televisor (31,8%). Compramos la comida sobre todo en supermercados (82,6%) o en tiendas de barrio (46,1%), mientras que solo el 20% va al mercado de abastos y el 18%, lo hace por Internet (un patrón de consumo muy diferente al americano, donde hacer la compra online es muy habitual).
La natalidad está por los suelos, lo sabemos. La encuesta arroja luz sobre este desafío demográfico de difícil solución. Solo se plantea tener hijos el 13%. Una tasa que solo despega insuficientemente hasta el 30 % entre los españoles de entre 16 y 44 años. ¿Las razones por las cuales nos entusiasma tan poco la paternidad? La más citada es el elevado coste de la vida, que se perfila como el principal obstáculo para el 37,1%, seguido del sacrificio personal y profesional que supone la crianza (20%) y por la incertidumbre laboral (18,5%). Sobre el aborto, el 42,7% se plantearía tener un aborto ante un embarazo no deseado, frente a un 44,3%, que no lo haría.
Cada dato es la síntesis de muchas opiniones, son un pixel, una traza, la tesela de un mosaico sociológico que, visto en perspectiva, parece cobrar sentido. En esta fotografía que aspira a representar la pluralidad hay de todo, como en todas las miradas sobre grupos humanos: motivos para la esperanza y para la preocupación, hay llamadas a tomar medidas urgentes y también, razones para estar orgullosos, según la opinión de cada cual. Las sociedades nunca somos unívocas ni sencillamente explicables. La sociedad española, tampoco. Tal vez, vernos en datos ayude a comprendernos mejor. Al final, la demoscopia -cuyo significado literal en su raíz griega significa observar al pueblo- es lo más parecido a un espejo colectivo donde nos miramos, siempre que queramos ver.