La cosa tiene su miga y lo normal es que todo nazca torcido desde el inicio. Son pocas las marcas que se atrevan a ser coherentes con las reglas de la Red y acepten los posibles revolcones de los usuarios. Los departamentos de marketing aspiran a ser valorados como cercanos, modernos, integrados y otras valoraciones positivas por sus acciones en las redes y en Internet, olvidando que los efectos pueden ser otros. Sólo se quiere la parte positiva, de manera que si los usuarios valoran la acción como una castaña, la culpa debe recaer en el maestro armero, pero nunca en la marca. Nadie acepta que hacer público el reconocimiento del error y su posterior rectificación eleva el prestigio de la marca a los altares.
Yo tenía un profesor que siempre nos recordaba una máxima muy adecuada para la ocasión: las matemáticas son como las salchichas, que se compran enteras o no se compran. Pues eso, si se participa en las redes hay que aceptar las reglas en su conjunto, para lo bueno y para lo malo, que si se hace bien, dan mucho juego.