Dicen que Miguel Matamoros, el fundador del Trío Matamoros, cambió para siempre la música cubana cuando compuso este bolero-son en 1930 inspirándose en una mujer que lloraba desesperada el abandono de su amante.
Los amantes se necesitan el uno al otro tanto como les ocurre a las marcas con la distribución moderna: están condenadas a vivir juntas. Por eso hoy las marcas sufren “la inmensa pena del abandono” que está practicando una parte de esa distribución moderna con muchas de ellas.
El fenómeno se personaliza, como todos sabemos, en uno de los líderes de venta minorista de gran consumo: Mercadona. Las decisiones de la gran cadena valenciana de supermercados de sacar del lineal miles de referencias de marcas reconocidas e imponer su marca Hacendado y, como mucho, otra marca alternativa está rompiendo con el status quo en el que habían vivido consumidores, distribuidores y marcas.
Hasta ahora, el consumidor podía elegir la marca que más le gustase en lugar de que los estrategas y compradores de Mercadona, con el propio Sr. Roig a la cabeza, decidieran cuál es el mejor producto para consumir.
Mi experiencia de cliente semanal de Mercadona ha sido ésta: mi refresco favorito, mi jamón de York, mi pan de molde y mi gel de baño