Hubo un tiempo, incluso, dominado por el viento que traía y llevaba mercancías y conformando imperios levantando fortunas y generando desgracias. Hubo un tiempo en el que las cartas y los imperios volaban y se movían impulsados por los Trade Winds, los vientos del comercio: alisios, monzones y otros hijos del efecto Coriolis imperaban sobre las velas y el mundo vivía su vida.
Hoy nos come el momento, la urgencia, la acción y la vida se ha convertido en un escenario en el que pasan cosas que escapan a nuestro control, pero pasan en nuestro mail, nuestro teléfono y nuestro ordenador sin que nosotros podamos retomar el verdadero ritmo de ese mundo que seguirá siendo mundo cuando la enfermedad del hombre deje de irritar su piel.