Incluso cuando la voluntad es que las decisiones sean resultado de un planteamiento lógico, la verdadera elección siempre se basa en la emoción, aunque en la mayoría de los casos no se sea consciente de ello.
En el día a día, las emociones y el estado de ánimo influyen en el juicio y la percepción de la realidad, condicionando loas decisiones y elecciones. Aplicado al momento de consumo, esta circunstancia cobra una gran relevancia, ya que cerca del 85% de las compras son decisiones emocionales. Según el estudio, los consumidores más emocionales compran bastante más que los consumidores con un perfil más racional.
Las conexiones emocionales establecidas entre los consumidores y las marcas pueden construir relaciones muy fuertes, estimulando a la gente a comprar y mantener fidelidad hacia dichas marcas. Como explica Amaya Coronado, directora de planificación estratégica de LOLA y parte del equipo responsable del estudio, “las marcas con valor emocional crean preferencia en la mente de las personas, y esa preferencia les lleva a la compra. Cuanta más emoción pone la gente en las marcas, más poderosas se hacen estas. Cuanto más hable una marca al corazón, mejor conectará con la gente. Cuanto mejor entendamos las emociones de la gente, más fácil será llegar a sus corazones. Cuanto mejor hablemos el lenguaje de las emociones, mejor llegaremos a ellos”.
El estudio se ha inspirado en diferentes investigaciones procedentes de campos relacionados con la psicología, el neuromarketing y la comunicación, así como en los testimonios de más de 40 expertos internacionales de la industria publicitaria.