La Asociación de Inversores y Emprendedores de Internet (AIEI) nació hace más de seis años con dos objetivos fundamentales: el apoyo a los emprendedores en forma de mentoring y financiación en un entorno de crisis muy difícil para la incubación de proyectos de éxito, y como altavoz de un sector que, por aquel entonces, prácticamente no estaba representado. Hoy, la AIEI es, quizás, el termómetro más fiable para tomar la temperatura a un sector muy hot en este momento como es el de las startups tecnológicas. Hay mucho debate detrás de éstas: ¿existe burbuja?, ¿hay fundamentales apoyando las valoraciones?, ¿hay suficiente financiación?, ¿suficientes grandes proyectos?, ¿buenos emprendedores?… Pero permítanme que en este artículo me limite a plantear una reflexión acerca del papel que están jugando las startups y empresas tecnológicas, en especial de Internet, dentro del mundo de la publicidad.
No es extraño ver, cada vez más a menudo, compañías de Internet con grandes inversiones detrás, ocupando posiciones y formatos premium en horario prime y en los soportes más relevantes de nuestro país. Y no solo en el canal online, hablamos de prensa, exterior, radio y, por supuesto, televisión.
Todo esto viene propiciado no solo por las fuertes financiaciones que reciben y los exigentes objetivos de cuota de mercado que les siguen, sino por un modelo nacido en tiempos de crisis ante el inventario invendido en distintos grupos de medios, y utilizado como medio de inversión en decenas de startups con el vehículo conocido como media for equity.
Con la crisis, los medios y agencias encontraron entonces su media naranja. Empresas hambrientas de llegar a su amplio público objetivo a las que dieron a probar las mieles de la publicidad masiva y les demostraron que lo que creían marchito, funcionaba. Y los medios hallaron, donde pensaban encontrar improbables rendimientos por sus inversiones, un player publicitario cada vez más importante, además casi inesperadamente, grandes retornos con múltiplos de siete y ocho veces lo invertido.
Y en esas nos encontramos, saliendo de una profunda crisis, en un entorno de startups tecnológicas que, ahora mismo, vive su edad dorada o, al menos, de máxima plenitud en cuanto a volúmenes de inversión, tamaños de los proyectos, múltiplos de valoración y magnitud de los exits que se producen.
Los volúmenes de inversión que reciben las startups españolas van desde cientos de miles de euros a decenas (en algún caso, cientos) de millones. Y ese presupuesto se destina, normalmente, a tres patas: producto, operaciones y marketing, siendo ésta última una partida muy relevante en el reparto.
Conducidas por las necesidades de crecimiento, la exigencia de los inversores tras la magnitud de las valoraciones y rondas de financiación que acometen y la competencia altísima en el mercado online, las empresas tecnológicas y las startups en especial, van a ser cada vez más agresivas y su presencia cada vez mayor en todos los canales, en especial el offline. El objetivo, escapar de la saturación del canal online y encontrar una mayor cobertura, perdiendo esa capacidad de medición al euro que posibilita el canal online a cambio de encontrar posibilidades de crecimiento casi imposibles.
Lo que es evidente es que, esto que es bueno para los medios y agencias, se convierte en un problema de visibilidad, exposición, inventario, inflación y diferenciación para las marcas de siempre a las que, quizás esta invasión ha pillado de nuevas. Pero, como no hay que olvidar, todo reto es una oportunidad de fortalecerse.
Yago Arbeloa, presidente de la AIEI