El sector es consciente de que ha dejado pasar la gran ocasión de cambiar, de abandonar la mentira y adoptar modelos lógicos, rentables, asumibles y coherentes, pero en lugar de eso, se han ahondado las sentinas; se ha profundizado en la consagración del absurdo y la cosa empieza a pasar factura.
Hoy, y durante los próximos meses, nuestros amigos y conocidos se darán cabezazos por las esquinas recordando que hubo un momento en el que fue posible hacer las cosas bien y, sin embargo, los que mandan prefirieron esquilmar los recursos y las almas para terminar de raspar los huesos de un cadáver. El mercado de la publicidad le ha dado, una vez más, la razón a Joseph Goebbels: se ha entregado a una verdad que no es más que una mentira repetida muchas veces y por muchos a la vez. Visto desde esa perspectiva, parece lógico que la publicidad acabe dando la razón al maestro de la propaganda.