El lanzamiento de tokens no fungibles (NFTs) por parte de marcas de diversos sectores, o el cada vez mayor debate acerca de la necesidad de una regulación sobre las criptomonedas, son señales de que la tecnología blockchain ha venido para quedarse.
Este proceso de, literalmente, “cadena de bloques”, elimina los intermediarios habituales que existen en todo tipo de transacciones – no solo económicas- y proporciona un registro indeleble y transparente sobre las mismas. Se adivina, por tanto, un gran número de aplicaciones futuras, desde el almacenamiento en la nube y el registro y verificación de datos, a las cadenas de suministro y los contratos inteligentes.
Este mayor interés por parte de la tecnología blockchain se observa asimismo en la inversión de capital riesgo realizada en el último año. Si desde 2012 a 2020, se han destinado 16.000 millones de dólares a financiar proyectos de tecnología blockchain, en 2021 dicha partida alcanzó los 25.000 millones.
Es posible que una mayoría de los proyectos financiados no tenga éxito, como ya ocurrió en la década de los noventa con el boom de internet. Pero, también, como entonces, sí lo tendrán unos pocos players que dominarán el sector y desarrollarán un papel relevante en la economía mundial.
Entre las múltiples aplicaciones del blockchain, una de las más desarrolladas y que más debate suscita son las criptomonedas. Un campo que comenzó en 2009, con el ensayo de Satoshi Nakamoto, Bitcoin: a peer-to-peer electronic cash system, donde describía cómo crear el equivalente al dinero en metálico en formato digital y el software para lanzar el bitcoin, considerada la primera criptomoneda. Desde entonces han surgido muchas más y su valor de mercado ha crecido de forma vertiginosa, aunque también han mostrado caídas importantes.
Las criptomonedas
De manera simple, una criptomoneda es una forma de dinero digital combinada con un sistema de pago. Como dinero digital, la criptomoneda no difiere mucho de otras versiones digitales del dinero que ya usamos habitualmente, como las cuentas bancarias electrónicas o las tarjetas de débito y crédito.
Su carácter innovador es como sistema de pago, ya que mediante éstas, comprador y vendedor pueden intercambiar dinero de forma digital, relativamente segura y anónima, sin que dicha transacción tenga que ser procesada de manera centralizada por un intermediario – normalmente, un banco-. Esto es posible gracias a la tecnología blockchain, que minimiza el riesgo de fraude al añadir cualquier transacción a una cadena, o bloque de transacciones previas, que es pública.
¿Pueden ser, por tanto, las criptomonedas el dinero del futuro? O, ¿qué futuro tienen las criptomonedas como dinero?
Para que haya dinero, se requiere que un bien o activo cumpla tres funciones básicas: medio de pago de las transacciones, reserva de valor y unidad de cuenta. Hasta ahora, las criptomonedas han funcionado básicamente como depósito de valor, si bien de una manera imperfecta debido a la alta volatilidad que han mostrado sus valoraciones.
Como medio de pago de transacciones, adolecen de:
- Falta de confianza: el dinero actual está respaldado por los gobiernos al ser de curso legal, algo que (salvo excepciones) no sucede con las criptomonedas. De hecho, los principales bancos centrales contemplan seriamente emitir en el futuro monedas digitales propias (las llamadas MDBC) que, en el caso del Banco Central Europeo (BCE) podría ser una alternativa al efectivo pero sin desplazarlo por completo.
- Uso intensivo de la energía debido a que el algoritmo se hace cada vez más complicado y requiere más capacidad de computación.
- Una capacidad de procesamiento de transacciones lenta en comparación con la de tarjetas como Visa.
- Debido a la naturaleza del blockchain, las transacciones no son reversibles, por lo que no hay manera de deshacer una transferencia hecha por error en criptomoneda.
Por último, como unidad de cuenta, todavía no existe ningún operador privado que acepte, por ejemplo, bitcoins y tenga en sus cuentas dicha moneda. En su lugar, actualiza de forma frecuente los precios a las monedas de curso legal.
En suma, no soy optimista, sino más bien escéptico ante la posibilidad de que las criptomonedas vayan a sustituir al dinero y monedas actuales. Por el contrario, las aplicaciones del blockchain, fuera de las criptomonedas, son muy amplias y seguramente algunas de ellas cristalizarán en un futuro muy próximo. Estaremos atentos.
Texto de Juan Pablo Herrera, COO de GroupM Spain.