Los que procedemos del minucioso mundo de la investigación, tenemos cierta obsesión por ser lo más exactos posible en nuestras aseveraciones y, por ello, cuando nos piden que escribamos un artículo como el que ahora nos ocupa, tenemos un protocolo clarísimo de actuación.
Primero: establecer claramente el objeto de nuestro interés, en este caso, las revistas especializadas. Si existiese un diccionario de medios, la definición de revista especializada sería la siguiente: “Dícese de aquellas revistas altamente valoradas por los profesionales del sector correspondiente, pero a cuyos comerciales les cuesta muchísimo vender su publicidad.”
Segundo: recopilar toda la información: estadísticas, evolución, análisis, etc., de aquello de lo que nos piden que hablemos. Y