La IA continúa ganando presencia en las empresas europeas, pero su adopción efectiva no avanza al mismo ritmo. Así lo demuestra la segunda edición del Índice de Madurez Empresarial en IA, publicado por ServiceNow y Oxford Economics, que denota un descenso generalizado en el nivel de madurez de las organizaciones de Europa y Oriente Medio.
En tan solo doce meses, la puntuación media regional ha pasado de 44 a 34 puntos sobre 100. En España, la caída es todavía más pronunciada: de 43 puntos en 2024 a 32 en 2025, situando al país a la cola de la región. Este retroceso se produce, paradójicamente, en un contexto de creciente inversión.
Según el informe, las empresas españolas destinan más recursos que nunca a la digitalización y la automatización, pero encuentran serias dificultades para convertir esa inversión en resultados tangibles. Las causas son diversas: desde los retos estructurales en gobernanza y ciberseguridad, hasta la escasez de talento especializado o la falta de estrategias claras para integrar la IA en los procesos de negocio.
El estudio, basado en una encuesta a 4.500 directivos empresariales en todo el mundo, analiza la madurez de la IA en torno a cinco pilares fundamentales: estrategia y liderazgo, integración de flujos de trabajo, talento y fuerza laboral, gobernanza e inversión. En todos ellos, España muestra un avance más lento que el de la media europea.
España, entre la prudencia y la falta de preparación
Pese al entusiasmo por la innovación, la mayoría de las empresas españolas se mantienen en las fases iniciales de adopción de inteligencia artificial. Apenas una de cada tres compañías declara tener una visión clara sobre cómo aplicar estas tecnologías a su negocio, y solo un 27% ha desarrollado más de 50 casos de uso. En los niveles más avanzados —conocidos como de augmentación, donde la IA ya forma parte del proceso de decisión y la automatización—, el porcentaje desciende hasta el 2%, uno de los más bajos de la región, junto con Países Bajos.
Esta falta de madurez responde, en buena medida, a un enfoque prudente que, si bien pretende evitar riesgos, frena la escalabilidad de la innovación. En paralelo, los directivos españoles señalan las dificultades para atraer y retener talento cualificado: solo uno de cada cinco afirma que su organización cuenta con las competencias necesarias para ejecutar una estrategia sólida de IA.
En relación con la IA agéntica, la tecnología que permite a los sistemas actuar de manera autónoma sin intervención humana directa. Su potencial para transformar la automatización empresarial es enorme, pero su adopción todavía es marginal. En Europa y Oriente Medio, solo el 15% de las organizaciones la utiliza actualmente, aunque un 42% planea implementarla en los próximos doce meses.
En España, el nivel de familiaridad es aún más bajo: solo una de cada ocho empresas afirma conocer bien esta tecnología. Sin embargo, aquellas compañías pioneras que ya han dado el paso reportan aumentos de productividad, eficiencia y rentabilidad, además de una mejora significativa en la experiencia de clientes y empleados.
La gobernanza, el talón de Aquiles
A medida que la IA se extiende, crecen también los riesgos asociados a su uso. La ciberseguridad, la privacidad y el cumplimiento normativo se han convertido en las principales preocupaciones de las empresas europeas. Sin embargo, el informe advierte de un estancamiento en la gestión responsable de la IA: el porcentaje de organizaciones que han avanzado significativamente en gobernanza de datos ha pasado del 45% al 42% en solo un año.
En el caso español, el retroceso es aún mayor: solo el 34% de las compañías declara haber mejorado sus prácticas de gobernanza, diez puntos menos que en 2024. Esta tendencia evidencia que las empresas aún no han logrado implantar políticas y mecanismos de supervisión que garanticen un uso ético y seguro de la IA.
El documento subraya la necesidad de incorporar la gobernanza como pilar desde el diseño de los proyectos tecnológicos. Esto implica definir estándares, responsabilidades y sistemas de control que permitan escalar la IA sin comprometer la seguridad ni la confianza de los usuarios.
Pese a los retos, el informe apunta que el gasto europeo en IA alcanzará los 144.600 millones de dólares en 2028, según datos de IDC. La inversión, por tanto, no es el problema: lo que falta es una estrategia que convierta el gasto en valor real.