Es que el objetivo de esta comunicación sea estimular al destinatario a que realice una interacción con
nosotros, es decir, responda.
Luego llega el marketing relacional. Bien, pues bajo esta premisa es donde todo se complica. A la hora de plantearnos realizar una campaña de marketing directo no basta con buscar la respuesta, sino que debemos medir esa respuesta, analizarla y seguir con la relación con el cliente de maneras diversas en función de los valores del mismo.
Si, simplificando, el marketing relacional consiste en identificar a unos determinados segmentos de clientes y establecer con ellos relaciones duraderas en el tiempo, se hace mucho más necesario poder acometer con el presupuesto de marketing la adquisición de tecnología. Tecnología que nos permita, primero, tener una base de datos; segundo, segmentarla y analizarla para poder identificar esos segmentos; tercero, registrar en ella el envío de comunicaciones, y, lo no menos complejo, registrar las respuestas. Y una vez registrado todo esto, volver a analizarla. Esto supone un gran handicap si nos remontamos no tan atrás en el tiempo.
Evolución
Primero resumamos la evolución del hardware(1):