La peli pasó sin pena ni gloria, pero una de las jeremiadas propuestas por el protagonista fue muy celebrada y se incorporó a la conciencia colectiva de los consumidores: “Volvo. Mazacote pero seguro”. Nunca supe si Volvo había financiado la sutil operación de marketing o si, por el contrario, el drástico cambio de diseño que sus coches sufrieron en la década siguiente fue el intento de contrarrestar el triste estigma. El caso es que los Volvos son ahora más chulos, pero su seguridad ha dejado de ser legendaria.
Obviamente, la vida sería un poco triste si la publicidad tuviera que ceñirse a la descripción escueta del producto. La creatividad tiende un puente entre la verdad de ese producto y la ilusión o, al menos, la media sonrisa cómplice, del consumidor. Pero, con la que está cayendo, se impone cierta prudencia, y algunos bancos (y cajas) parecen no haberse enterado.
No sé si es un buen momento para piruetas creativas del tipo Cubilete Espacial o actuación de fin de curso de las niñas