No me dejo grandes cosas a la hora de dibujar el panorama, que es así de crudo y absolutamente negativo para los profesionales de la planificación, que ven cómo todos los paradigmas de su trabajo se van al carajo, con perdón. En pocos meses más, con los aliados de cada uno definidos y tranquilos, podrán ser las mismas cadenas las que planifiquen las campañas, cuya estructura se reducirá, poco más o menos, a poner un spot en todos los cortes publicitarios que se pongan a tiro.
Bueno, se perderá una profesión –ya ha pasado antes en otros sectores– y se mantendrá la indolencia de unos anunciantes que, a cambio de mantener ridículamente bajo el fee que pagan por la planificación y la compra de medios, han dejado que las televisiones, a través de las extra primas, se conviertan en los verdaderos amos del cotarro.
El que paga más, manda más, señores anunciantes: o mueven sus gordos traseros y pagan lo que exigen, o forman frente a las televisiones con el carnet en la boca dispuestos a tragar con lo que ellas digan.