El desánimo y ansiedad que genera el estado de la economía española no favorece los hábitos de vida saludables y aumenta las ganas de comer y comprar comida más barata, pero no más sana.
Además, la crisis no sólo engorda, sino que cambia los hábitos de consumo. El 74,4% de los miembros del panel afirma haber reducido sus salidas de ocio a bares y restaurantes, de ellos el 74,31% asegura que es por el descenso de su poder adquisitivo. El 61,04% consume productos de alimentación más baratos y un 60,14% no se plantea acudir al gimnasio hasta que no mejore la situación.