Desde la aparición de ChatGPT, estamos asistiendo a una auténtica revolución en el ámbito de la creación de contenidos online. La extraordinaria capacidad de esta herramienta de IA para desarrollar discursos y elaborar contenidos de todo tipo nos ha puesto los dientes largos ante la posibilidad de ahorrar miles de euros en talento, y destinar solo una fracción de este presupuesto a la automatización de la IA.
Y no solo se trata de ChatGPT. Otras inteligencias artificiales generativas capaces de crear imágenes de toda clase, o incluso elaborar animaciones audiovisuales, también están instalándose cada vez más en nuestros proyectos, ya que con frecuencia son mucho más económicas que los diseñadores o animadores humanos. Por eso son tantas las empresas de marketing que van acumulando más y más suscripciones a distintas IAs, y van reduciendo su plantilla o, en su defecto, sus colaboraciones con personal externo.
Está claro que la cantidad de textos o imágenes que puede generar una IA a partir del precio reducido de su suscripción es extraordinaria, y no tiene comparación con lo que pueden producir los copywriters o los diseñadores humanos. Si se realiza una comparación simple entre los costes, está claro que la IA sale ganando. Pero, a largo plazo, hay dos grandes factores a tener en cuenta que pueden hacer que esta inversión nos pase factura.
La posición de Google
El primero de ellos es Google. Al gigante tecnológico no le está gustando nada la irrupción de OpenAI –la empresa a cargo de ChatGPT–, y mucho menos su asociación con Microsoft. Cada vez son más las personas que acuden a ChatGPT para realizar sus consultas, lo que resta visitas al buscador de Google. Y no solo eso. ChatGPT se nutre de las páginas web disponibles en Google para ofrecer sus respuestas, parafrasea el contenido, pero no cita sus fuentes ni les da crédito. Esto no solo impide que los creadores y Google reciban ingresos, sino que también es una forma de plagio.
Pese a que Google también está desarrollando su propia IA conversacional llamada ‘Bard’, muchas voces apuntan a que Google tomará medidas para limitar el alcance de ChatGPT dentro de su propio buscador. Una de las medidas que puede adoptar es utilizar sus sistemas de detección de contenidos elaborados por la IA para reducir el posicionamiento web de las páginas que los utilicen. Usar ChatGPT para tratar de mejorar el posicionamiento SEO de una web puede que, a la larga, consiga el efecto contrario.
La homogeneidad de los contenidos
El segundo gran problema al que nos enfrentamos con la IA es que todas las empresas de marketing están acudiendo a las mismas fuentes para generar sus contenidos. Miles y miles de compañías comparten un mismo copywriter: ChatGPT. Un mismo diseñador: Hotpot. Un mismo editor de video: Synthesia. El resultado es una homogeneización de los contenidos publicados en la web, lo que, a su vez, se traduce en una intrascendencia que reduce considerablemente su posicionamiento en los buscadores.
Por eso, cada vez hay más voces que alertan de los perjuicios que puede tener la IA a la hora de trabajar en el marketing digital. El empleo de ciertas herramientas de automatización puede agilizarnos considerablemente el trabajo, pero el abuso de las mismas puede terminar jugando en contra nuestra y condenando a nuestros contenidos a una peligrosa similitud con los de nuestra competencia. Por eso, la inversión en talento puede ser más rentable a largo plazo.
No debemos prescindir de todas las apps
Una cosa es moderar el uso de las aplicaciones online, y otra muy distinta es prescindir de todas ellas. Está claro que hay toda una serie de aplicaciones que debemos continuar utilizando para el buen funcionamiento de nuestra compañía y nuestras campañas de marketing. Un gestor de contraseñas, por ejemplo, es imprescindible, no solo porque encripta y almacena tus datos sensibles, sino porque, además, nos permite mantener todas nuestras cuentas online protegidas frente a un número de hackeos que es cada vez mayor.
Nuestras suscripciones a iStock, Storyblocks y muchas otras bibliotecas de fotos y videos también es probable que se mantengan en nuestra cartera. Por más que la IA sea capaz de generar contenidos muy realistas, nos estamos acercando muy rápidamente a un punto de hartazgo entre los usuarios ante la abundancia de contenidos artificiales en la red. La clave, entonces, pasa por encontrar un punto razonable de equilibrio entre las tareas que pueden ser automatizadas, y las que deben seguir siendo elaboradas por la creatividad humana.