No obtuvimos una respuesta muy esperanzadora. Sus palabras exactas fueron: “La compañía ha sacado a España de los diez países prioritarios para invertir. De hecho, ni siquiera tengo en la agenda viajar allí en los próximos meses”.
Más allá de las reducciones de inversión que venimos sufriendo en los últimos años, esta realidad es demoledora porque no deja lugar para intentarlo.
Días después charlábamos sobre el impacto de esta situación en el negocio de la agencia, y desde entonces no dejo de darle vueltas a una idea: ¿es posible incrementar nuestro peso específico fuera cuando como país lo estamos perdiendo?
Desde luego, la universalidad de las buenas ideas es el mejor modo de romper barreras geográficas, pero aún creo que se puede hacer más.
Contamos las agencias especializadas en salud en nuestro país con dos armas tremendamente poderosas. Una amplia experiencia de más de treinta años; algo que tiene un gran valor en el extranjero, donde en muchos casos se encuentran en el punto en el que estábamos aquí hace quince o veinte. Y nuestro idioma. Escribimos anuncios en esta maravillosa lengua y ese es un valor que podemos utilizar de forma más inteligente. Según el último Anuario del Instituto Cervantes, más de 495 millones de personas hablamos español, siendo la segunda lengua del mundo por número de hablantes y el segundo idioma de comunicación internacional tras el inglés.
España y las agencias españolas como puente de negocio con los mercados hispanohablantes para el resto del mundo. Algo históricamente tan natural como descuidado hoy. Si somos capaces de asumir el rol que nos corresponde y liderar sin temor esta parcela estaremos verdaderamente en disposición de recuperar ese peso específico que descargue nuestros balances del riesgo interno.
La semana pasada sonó de nuevo el teléfono. Al otro lado de la línea, un recientemente nombrado director de marketing europeo con el encargo de realizar una campaña. Esta vez no para España pero, eso sí, en español.