Un capítulo en la historia de la publicidad se cierra con el fallecimiento el pasado viernes 29 de marzo de Fernando Romero Pérez, académico de la Academia de la Publicidad desde 2011 con una gran trayectoria en la radio y varias agencias publicitarias.
Licenciado en Derecho y técnico en Publicidad, Fernando Romero Pérez, nacido en 1936, inició su carrera publicitaria en Hijos de Valeriano Pérez. No fue hasta 1964 cuando llegó a Publinsa Kenyon & Eckhardt, lugar donde coincidió con Julián Bravo. Tan sólo un año más tarde comenzó su larga andadura profesional en el universo de la radio como director comercial de Cadena Ser.
En dicho espacio radiofónico, Fernando Romero Pérez llegó a consolidarse como el promotor de una forma moderna de entender y gestionar la publicidad en la radio. Una de las pruebas es que este profesional de la publicidad formó parte de la junta gestora del Estudio General de Medios (EGM).
No obstante, en 1972 deja La Ser y es nombrado director de Interalas en Madrid, compartiendo puesto con Francisco Calatayud en Valencia y Lluís Bassat en Barcelona. Ya en 1975, Fernando deja la agencia y se incorpora a Arce & Potti. Ya en su última etapa profesional, el académico de honor del sector publicitario fue consejero delegado de Bassat Ogilvy & Mather y de Publicis Casadevall & Pedreño.
Ricardo Pérez, más que un discípulo
El publicitario Ricardo Pérez, Académico de Honor de la Academia de la Publicidad, ha sido el encargado de redactar la necrológica de Fernando Romero, por expreso deseo de éste. Fueron maestro y discípulo durante un tiempo. El suficiente para que se forjase una relación de afecto que ha resistido al paso de los años.
«Se ha ido mi maestro, mi mentor, mi ejemplo.
No me enseñó solamente publicidad, sino valores superiores: humanidad, integridad, compromiso.
Definir a Fernando Romero como un grande de la publicidad sería quedarnos cortos.
Su personalidad fue más amplia, más universal. Su dimensión intelectual iba más allá del ámbito publicitario, aunque también su carrera en publicidad fue brillante.
Para mí, su trayectoria se resume en dos hitos, en dos palabras que lo dicen todo: estilo y ser.
Estilo fue su agencia, la expresión del suyo propio. Creada siendo muy joven, a su imagen y semejanza, a su aire, a su estilo.
Ahí empecé yo. Bajo su mando, estricto y aparentemente frío, pero que contenía una carga afectiva, en la que me integré de lleno y para siempre.
Entré para hacer recados, pero enseguida me quedé con el mejor recado, el mejor mensaje: el rigor y la excelencia personal y profesional.
La otra palabra tiene todo su sentido: ser. Precisamente en la Cadena SER cambió el concepto de dirección comercial de un medio, con su aportación de profesionalidad y “modernidad”, como lo definió Iñaki Gabilondo, que lo vivió desde dentro.
Desde su puesto en la SER, fue uno de los mayores impulsores del EGM, del que los medios sacan, hoy día, tanto partido.
Además, antes y después, pasó por la dirección de una decena de importantes agencias: desde la iniciática y familiar Hijos de Valeriano Pérez, hasta las brillantes Bassat Ogilvy y Publicis-Casadevall Pedreño Madrid.
En todas formó parte de la cúpula gestora, pero no se quedó a vivir en ellas. Quizás no tenían su estilo, su ser.
Tras su paso por todas ellas, aún le quedó tiempo para desarrollar, en 2010, una amplia tesis sobre Campañas de Propaganda en Democracia y Dictadura, una buena muestra de su extensa cultura y de sus inquietudes sociales y políticas.
Aunque ya no trabajábamos juntos, mantuvimos en la distancia el respeto y el cariño.
De hecho, yo aprovechaba su segundo apellido, Pérez, para hacerme la ilusión de que formaba parte de su familia, y como tal he sentido su pérdida. La auténtica familia, con Rosa María a la cabeza, reciba mi abrazo y mi reconocimiento».
Ricardo Pérez