El lema olímpico citius, altius, fortius lo hemos adaptado a nuestra cotidianeidad. Y la empresa y la comunicación no permanecen ajenas a este delirio.
La estrategia y la planificación han abandonado la gestión empresarial arrastradas por la vorágine de la rapidez. No podemos hacer proyectos a largo plazo porque los accionistas exigen resultados inmediatos. Los inversores quieren recoger beneficios cuanto antes. Las cuentas de resultados y las cotizaciones son, hoy, más importantes que cualquier proyecto de consolidación, de expansión meditada y analizada.
Estamos en el reino del Alka Seltzer. Aún no hemos tenido tiempo para digerir un éxito y nos reclaman otro