Las ideas hace tiempo que alguien decidió que no se valoraban, que no se pagaban y que eran terreno sin ley para la copia descarada y la apropiación indebida. Se ha intentado proteger al creativo, a la empresa que apostaba por una idea para ganar la confianza de otra empresa y se ha visto engañada, pero los resultados son muy desalentadores.
De la idea podemos pasar al arte –la capacidad y la maestría para hacer– y darnos cuenta de que se está prefiriendo elegir una imagen neutra en un banco de imágenes antes que invertir –¿les suena el término?– en el trabajo de un profesional capaz de plasmar en una imagen todo el concepto de comunicación con el que se envuelve y se potencia el producto.
La estafa lo envuelve y lo justifica todo, incluso el desprecio por el valor de un trabajo que tanto dinero ha hecho ganar a tantos. La crisis se compone de pequeñas traiciones ejecutadas por nosotros mismos, no por otros, y esta es una de ellas.