Además, gracias a la tecnología, nos hemos acostumbrado a reaccionar inmediatamente; todo es online, ahora o enseguida. Existe una delgada línea roja entre ser reactivo y sentirse vivo o útil y todos conocemos a gente enganchada al Iphone, la Blackberry o al SMS que no consideran tener ningún problema.
Para muchas personas, la vida consiste en una sucesión de momentos y vivencias, aún a costa de dificultar nuestra visión a largo plazo. La incertidumbre económica alimenta la importancia del presente, ya que el futuro es incierto. Se impone el carpe diem.
Esta sensibilidad hacia el presente también se está imponiendo en el terreno del consumo. Lo efímero seduce a las marcas, que se esfuerzan en proporcionar a sus clientes performances, momentos únicos y experiencias irrepetibles. Por ejemplo, florecen en todos los sectores comercios efímeros (corners temporales de primeras marcas en centros comerciales) y los eventos culinarios se anuncian como espectáculos.
Esta tendencia también se ve reflejada en la comunicación y todos hemos visto anuncios donde se crea una comunidad efímera de manera espontánea (por ejemplo, la campaña Next Year de Alain Afflelou) que intentan conectar con la nueva sensibilidad entorno a la importancia del ahora.
En cuanto al desarrollo de nuevos productos, también se intenta construir sobre la importancia del presente y han aparecido marcas de duración limitada con fecha de caducidad. Por ejemplo, la empresa de moda japonesa Comme des Garçons ha sacado al mercado una colección llamada Black que sólo estará 18 meses en el mercado.
El ahora es importante aunque no debería dominar nuestras vidas. Prometo no consultar mi Blackberry cada cinco minutos, ¡pero es que la lucecita roja que me indica que tengo un e-mail sin contestar no me deja vivir!