En el informe “Comentarios negativos en las redes sociales” de la Fundación Mapfre y la Universidad de Deusto se ha desvelado como principal conclusión que las mujeres son las más afectadas a la hora de recibir comentarios negativos en las redes sociales.
La investigación ha sido resultado de una encuesta realizada a 2.520 adultos en España. Se han analizado los comentarios negativos recibidos y enviados en las redes sociales.
Ellas llegan a sufrir hasta el doble de inseguridad que ellos –22% mujeres y 8% hombres–. Miedo –6% ellas y 1% ellos–. Problemas de alimentación –10% ellas y 2% ellos–. Problemas de sueños –15% ellas y 9% ellos–. Tristeza –22% y 11% –. Y nerviosismo –25% y 12% –.
También desvela que el enfado en la emoción que motiva en mayor medida a realizar comentarios negativos. Los hombres afirman que no les impacta –54% – frente a las mujeres -34% –. Ellas además, tienden a compartir sus problemas con otras personas en mayor medida que los hombres, y existe un mayor tendencia a que las mujeres tengan perfiles privados en las redes sociales.
Otra conclusión es que los hombres son más propensos a realizar comentarios negativos (16%) que las mujeres (9%). El tema más frecuente es la política (52%), seguido por criticar una idea o una conducta.
Sin embargo, ellas reciben mayores comentarios negativos por crítica de ideas o conductas (45%), seguido por mensajes privados dañinos sobre su aspecto físico, con connotaciones sexuales. Especialmente las jóvenes de 18 a 25 años. Más de la mitad de los mensajes perjudiciales se envían desde cuentas falsas o desconocidas. Donde más comentarios negativos hay es el Facebook.
Las reacciones más generalizadas a la hora de recibir un comentario de este tipo son responder de forma breve e indiferente (39%) o bloquear el comentario (38%). Se ha observado una mayor reactividad emocional por los menores de 35 años.
Desde el informe animan a compartir experiencias y hablar sobre las oleadas de odio para alentar a la búsqueda de apoyo. Ya que las situaciones que generan malestar pueden empeorar la calidad de vida y llevar a situaciones complicadas de ansiedad y depresión. Además de aprender a autogestionar emociones, situaciones o conductas destructivas.
Por otro lado, sugieren una regulación más estricta sobre cómo actuar ante situaciones de acoso y políticas que aboguen por la protección del usuario.