El ágora griega, los ateneos, los cafés Gijón o los Chicote de turno, las tabernas, las plazas públicas, los mercados de abastos y tantos otros lugares tradicionales de reunión, de intercambio de ideas y pareceres, de charlar sobre todo lo divino y lo humano, de hacer vida social comunitaria, en suma, están empezando a ser reemplazados por otras fórmulas que brindan las nuevas tecnologías de la comunicación.
El ágora se fue ya hace muchos siglos, los Gijón y Chicote están de capa caída, lo mismo que otros espacios físicos donde tradicionalmente se desarrollaba la función social del diálogo y la controversia. Hoy los espacios físicos empiezan a ser sustituidos, o por lo menos complementados, por el ciberespacio, donde se ejerce el intercambio comunicativo y se comparte con otros miembros del grupo que se ha generado con espontaneidad dentro de la gran Red. Estoy hablando de las redes sociales, de las comunidades virtuales.
Existen a escala global, entre otras, dos redes sociales, muy conocidas dentro de Internet en nuestro espacio lingüístico: Myspace y Facebook. Myspace, desde hace aproximadamente un año. Facebook es mucho más reciente. Ambas, entre otras muchas, funcionan en castellano. Lo que significa que consideran muy importante el mercado de los hablantes en nuestro idioma. En su seno se alberga un rico y variopinto abanico de comunidades virtuales, de grupos en los que el internauta puede participar a su voluntad sin necesidad de pagar peaje alguno.
Un simple dato revela la magnitud del fenómeno y de su penetración, también en nuestro país. El 63,1 % de los internautas españoles, según Comscore, o lo que es lo mismo, más de nueve millones de los 15 que se calcula que están enganchados a Internet en nuestro país, participa en alguna red social interaccionando con algún grupo. Y ya no sólo son palabras. En algunas caben también fotos y videos. El potencial para las comunicaciones de marketing de esta cibersociedad se intuye formidable. El problema es que aún no se sabe muy bien cómo hacerlo, aunque ya hay experiencias satisfactorias de comunidades de marcas, por ejemplo. Pero todo se andará.
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