Así de sombrío es el Índice de Comportamiento del Consumidor de Millward Brown. Nos movemos en un clima muy negativo en el que se agudiza el clima depresivo que comenzó a cristalizar en el otoño del año 2009.
Los componentes del Índice muestran una especie de “descenso a los infiernos” en la valoración de la economía del país. El 89,6% de los españoles piensan que la economía del país está mal y un 46,8% que está muy mal. Así las cosas, la previsión del porvenir monetario de los hogares alcanza unos de los registros más negativos de la serie y, además, prevalece la opinión de que todo irá a peor.
Todavía hay una mayoría de consumidores (49,6%) que piensa que sus ingresos se mantendrán los próximos meses, pero esta tendencia se va debilitando (hace dos años ese porcentaje era del 60%). En los últimos tres meses los que piensan que sus ingresos pueden descender ya son un 23%. Solo un 5,6% de los españoles espera aumentar sus arcas.
Tanto en segmentos de status alto, con fuerte presencia de directivos y empresarios, como en los status medio y bajo con empleos precarios la incertidumbre sobre el futuro de los ingresos está muy extendida.
Como apuntan los autores del informe, la sociedad española ya está viviendo la experiencia de un descenso de su nivel de vida por la vía de la reducción real de sus ingresos, o cuando menos, por la posibilidad real de que suceda.
Compulsivamente prudentes
La consecuencia de tal estado es un comportamiento “compulsivamente prudente” frente al consumo. Los datos muestran una exacerbación en el control de los gastos.
Los consumidores parecen haber renunciado a mejorar su nivel de vida a través de grandes compras (vivienda, coches, equipamiento…). En contrapartida y para reducir la frustración derivada de estas situaciones forzadas y casi traumáticas después de la época de bonanza, se afloja el control sobre algunas pequeñas decisiones de compra: teléfonos móviles, productos de belleza, pequeños electrodomésticos, videojuegos, iPods, ordenadores o quietos de música. Los consumidores también desahogan su frustración relajando su presupuesto para ocio.
Un dato llamativo que apunta MillwardBrown es el aumento del gasto en transporte colectivo, quizás motivado por la movilidad propiciada por las pasadas fiestas navideñas o por el fuerte control al que se somete el uso del vehículo propio.