Mónica Moro, presidenta del c de c, explica “que las personas que conformamos la industria nos dedicamos a una tarea bastante especial: poner nuestras tripas en abierto a diario ante otro montón de gente. Tu compañero, tu jefe, tu cliente, tu país, el mundo. Hay un enorme grado de disfrute, pero reconozcámoslo, también de sufrimiento, de resiliencia, de crisis personal, de dudas. Porque si queremos ser mejores creativos, también tenemos que ayudarnos a desarrollar a la persona que llevamos dentro”.
Un programa anónimo y confidencial
El programa DPC se inicia con el envío de un cuestionario a toda la industria para medir el pulso de la profesión con el fin de recoger datos clave para poder realizar un diagnóstico sobre los sentimientos del sector. Detectar las principales preocupaciones, los retos y los estados de ánimo o la salud física son algunos de los datos que ayudarán a identificar la realidad que rodea a la industria.
DPC está dividido en tres áreas y contará con la colaboración de importantes expertos independientes del coaching profesional y la psicología.
-Un equipo de coaches para ayudar en el establecimiento de planes de carrera, objetivos profesionales, guiar, motivar y acompañar en ese viaje a los creativos que lo soliciten.
-Una red de mentores a través de los socios del club, para que los más seniors “iluminen” a creativos más juniors y recién llegados a la profesión.
-Y, por último, un servicio de psicólogos para ayudar con problemas emocionales relativos al trabajo y a la situación postpandemia que ha dejado su rastro en muchas personas. Ansiedad, frustración, miedo, bloqueos, falta de autoestima, y tantos síntomas que todos hemos vivido alguna vez.
La iniciativa también va acompañado de un podcast del programa “Hoy no es mañana” sobre Salud Mental.
La carta de Mónica Moro
En palabras de Moro “es clave que, en una industria llena de fuegos artificiales, haya un faro que ayude a encontrar el camino”. Y para anunciar la puesta en marcha, la presidenta del c de c ha enviado una carta muy personal a todo el sector en la que dice que ha llegado el momentos de hablar de cómo estamos, de la persona dentro del cargo. «Nos abrimos en canal, en público y a diario, para que nos elijan. Vivimos de ponernos en pelotas delante del mundo, desde nuestro compañero a toda la geografía que conoces. Y aunque este ritual sea gozoso, también en algún otro momento del camino, más tarde o más temprano, uno siente cosas no tan bonitas. Quizás sientes, por ejemplo, que no estás a la altura. O no dejas de decirte que eres un impostor. Puede que lo tuyo tenga que ver con gestionar el ego. Y los premios. Malditos premios. Benditos premios. O puede ser que todo te la sude más de la cuenta. Que no puedas con la presión. Puede que sí puedas con la presión, pero no puedas con tu jefe. O puede que no sepas qué hacer con tu vida. O con tu carrera. Es que te aburre la agencia. Te desmotiva. A lo mejor no es la agencia, eres tú, que ya no eres. No es la agencia, es la productora, o tu departamento. Quizás estás feliz, pero te duele el sueldo, la falta de oportunidades o la falta de cariño. Puede ser que a veces llores. Puede que ames lo que haces, pero quieres hacer más. Puede que estés perdido. O que quieras desaparecer. Puede ser cualquier cosa. Y, ¿sabes qué? Que este club debería poder estar para cualquier cosa».
Y finaliza su misiva advirtiendo que «aunque puedas pensar que suena a vendedora de frases de Paulo Coelho (nota mental Mónica, hazte mirar el qué dirán que no es para tanto), todos, absolutamente todos, hemos pasado por momentos jodidos y tenemos nuestras propias batallas. Así que, si piensas que podemos ayudar, el club ahora también está para eso».