A quién no se le ha cruzado por la cabeza embarcarse en su propio navío, soltar esos lastres que te limitan, y poner rumbo al sueño que te ronronea por la mente, que tanto te seduce y que tanto ansías. Yo me dejé seducir por mi sueño, y él me ha aportado, durante 21 años, una gran cantidad de alegrías. Sin duda, un balance positivo.
Y es que estamos perdiendo uno de los valores más necesarios, una de las herramientas de marketing infalibles, atemporales, que es la ilusión. Puede sonar muy utópico, pero el factor psicológico, es sin duda una de las mayores fuerzas que hacen moverse a la sociedad. La ilusión rompe barreras, y a la vista de los últimos datos en los que se dice que más de 4.000 pequeños comercios cerraron en el último mes, que la morosidad empresarial alcanza casi el 20% o que nueve de cada diez compañías se verán afectadas por problemas de liquidez este año, parece que la crisis aniquila la ilusión de los nuevos emprendedores.
En mi ánimo siempre está el animar a mis colegas que deciden emprender un nuevo proyecto, les suelo decir que si bien el capital y los conocimientos son fundamentales para embarcarse, la ilusión es esencial. ¿De qué sirve en una fábrica el último y más avanzado modelo de maquinaria si no hay energía para ponerla en marcha?
(*) Rafael Muñiz es director general de Rmg (www.rmg.es), empresa especializada en marketing y ventas inteligentes, y
profesor de Marketing de CEF.