Creo que el 2010 podría acabar siendo conocido con ese sobrenombre, pues me da la impresión de que tras el paso de la crisis, tras los ERES, cierres de medios y empresas, las fusiones y todas las convulsiones del sector; tras todo eso, la foto general permanece inmutable.
Es posible que me esté perdiendo algo y lo admito, pero el aroma que me llega es tan reconocible que asusta. Me llega preocupación por cumplir los compromisos de costes que se firmaron antes de la gran revolución del mercado de la televisión; me llega la angustia de medios castigados por la crisis como las revistas, forzadas a ejercicios de adelgazamiento, dietas y penurias que se parecen más a una agonía en fase terminal que a un plan de negocio y me sigue llegando la espera de esa reactivación que cambie el día a día de todos.
Como en otras crisis, el toro volverá vivo al corral y nadie habrá aprovechado la oportunidad de generar un modelo nuevo, eficaz, justo, transparente y equilibrado sobre el que planificar estrategias competitivas y rentables para todos los agentes que intervienen en él.
Que Dios reparta suerte y a por otro año complicadillo pero que nos promete luz. Que cumpla su promesa será otra cuestión.