En el citado comunicado, firmado por la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana (ADCV), la Asociación de Diseñadores Industriales de Euskadi (EIDE), la Asociación Galega de Diseñadores (DAG), la Associació de Directors d’Art i Dissenyadors Gràfics (ADG-FAD), y la Asociación de Profesionales del Diseño y la Comunicación Publicitaria de la Región de Murcia (DIP), los diseñadores profesionales critican tanto el proceso seguido para la elección del logotipo como el resultado obtenido. “La convocatoria de un concurso entre estudiantes, más allá de la desconsideración hacia el colectivo de profesionales del diseño y hacia la actividad profesional que desarrollan, no es un proceso idóneo para obtener la mejor solución”.
Así mismo tachan de inadmisible “el hecho la decisión de incluir sin limitaciones de ningún tipo la cesión de cualquier derecho de transformación de la imagen original por un resultado final del que ni siquiera es responsable el estudiante ganador. Incluso la decisión de encomendar a una agencia de publicidad la transformación final, en lugar de optar por un equipo de profesionales del diseño, se ha demostrado también como una equivocación”.
Para los firmantes se ha tratado de “un concurso convocado con criterios más de espectáculo que de excelencia en la calidad, sin las más mínimas exigencias de rigor profesional, sin un presupuesto acorde con la trascendencia del elemento resultante, previsiblemente acaba en un resultado fallido, como es el caso. Las consecuencias lo son sobre la imagen del convocante, pero también sobre nuestro colectivo y la labor que desempeñamos. La imagen y la solvencia de la candidatura olímpica han quedado en entredicho. Aquí y en el extranjero, donde la prensa se ha hecho eco del fiasco. Pero también queda en entredicho, una vez más, la imagen del diseño español, sabiendo la importancia de la imagen gráfica de una candidatura olímpica para la Marca-País”.
Por último, los representados por las asociaciones se ofrecen a asesorar y colaborar en las convocatorias futuras, al tiempo que manifiestan su rechazo hacia este tipo concursos, que se han convertido en “una opción cada vez más habitual desafortunadamente, para la búsqueda y contratación de soluciones de identidad y diseño”. También reclaman que el diseño, como actividad económica y como pieza esencial de la imagen de nuestro país, de nuestras ciudades, de nuestra cultura empresarial, sea considerado en la medida que se merece.