Un martes cualquiera del mes de septiembre abro una tras otra las ediciones digitales de los tres principales diarios económicos publicados en España. La experiencia es similar a la de cualquier otro día del año: todas las portadas muestran invariablemente las imágenes de uno o varios directivos, retratos que ilustran las noticias más relevantes de la jornada y ponen cara a las declaraciones y los testimonios recogidos en la información respectiva. Sistemáticamente, la amplia mayoría son hombres, salvo el 8 de marzo cuando, para celebrar el Día Internacional de la mitad de la población mundial, se hace un esfuerzo general por sacar a relucir el talento femenino habitualmente relegado a las páginas pares.
«No necesitamos un Día Internacional ni un ODS específico, sólo queremos ser oídas y poder competir en igualdad de condiciones»
En el primero de estos medios, el de mayor difusión, de las cuatro imágenes que aparecen en portada sólo una corresponde a una mujer, presidenta de una comunidad autónoma. En el segundo, ¡oh sorpresa!, protagonismo absoluto para un rostro femenino aislado, el de la ministra de Transportes. En el tercero, de las ocho personas retratadas en la portada sólo una es una mujer, encastrada entre cinco socios en una comparecencia pública, además de tres primeros ejecutivos de otras tantas empresas cotizadas. Lejos de ser una excepción, ésta es la tónica general diaria en la prensa económica de nuestro país, donde la voz, la opinión, el punto de vista o los logros de las mujeres en el mundo de la empresa obtienen un eco muy inferior a los de sus colegas masculinos.
La falta de visibilidad de la mujer profesional, directiva, experta o científica en los medios de comunicación es un hecho comprobado. Constituye una barrera añadida a las dificultades de desarrollar una carrera profesional de éxito en sana competencia con el talento masculino y pone de manifiesto un problema estructural de nuestra sociedad que, bien entrado el siglo XXI, sigue sin resolverse adecuadamente.
Círculo vicioso
¿Hay alguna razón que justifique este hecho? ¿Es deliberada o inconsciente esa discriminación por parte de los medios?¿Podemos hacer algo al respecto?
Estamos ante un círculo vicioso que encadena una evidente falta de grandes referentes femeninos al agravio comparativo que sufren las mujeres respecto de los hombres a la hora de ver expuesto públicamente su punto de vista. Si no apareces en los medios o apareces menos que tus colegas, no se te conoce bien; si no se te conoce bien, los periodistas no te piden opinión porque, cuando haya que pedirla, no te preguntan a ti; preguntan al que sale habitualmente. El resultado es que no apareces, ni puedes construir una gran reputación, ni el mercado reconoce tu liderazgo, ni se cuenta contigo como ponente en conferencias importantes, ni se acuerdan de ti los headhunters, ni cuando toque tendrás las mismas oportunidades de ascender a las posiciones de alto nivel ejecutivo o a los máximos órganos de toma de decisión de tu empresa. Oportunidades tendrás, porque te lo has currado, pero no las mismas que quien sale más a menudo y expone más fácilmente su punto de vista.
“No esperemos al 8M para dedicar al liderazgo femenino todo el espacio y la atención que merece”
Quienes tenemos la responsabilidad de dirigir el área de comunicación de organizaciones de cualquier tipo podemos contribuir a romper esa brecha injusta que relega a la mujer profesional a una posición secundaria respecto a sus pares masculinos. Acompañar y orientar a las directivas de nuestra compañía en la difícil travesía de comparecer en eventos, sean internos o públicos, participar en reportajes y escribir tribunas de opinión en prensa especializada, participar en foros sectoriales, o alimentar con criterio, regularidad y contenidos de valor sus perfiles profesionales en redes sociales es una labor que, aunque se la debemos a todos los miembros del equipo directivo y otros perfiles esenciales del negocio, cobra un significado especial cuando estamos contribuyendo a hacer visible un talento que tiene demostrada tendencia a la opacidad. Hacer brillar todo el capital intelectual, no sólo la mitad, repercute positivamente en los resultados de las compañías y aporta un valor diferencial a su posicionamiento en el mercado.
No esperemos al 8M para dedicar al liderazgo femenino todo el espacio y la atención que merece. No necesitamos un Día Internacional ni un ODS específico, sólo queremos ser oídas y poder competir en igualdad de condiciones.