Salir de una pandemia y entrar en una espiral de inflación y crisis energética, con la guerra de Ucrania como telón de fondo, ha provocado una paradoja en el consumo en España. Un 72% de consumidores ve malas perspectivas económicas para nuestro país este año, y a la vez, un 74% se muestra positivo ante la vida – el mayor porcentaje del continente europeo-.
Lo recoge el último informe de Kantar Insights, ‘Global Issues Barometer’, donde se pone de relieve cómo la anterior preocupación por la crisis sanitaria se está disipando, pero, en cambio, se está desplazando de forma paulatina a los precios. Solo un 38% de consumidores en España aún se muestra alerta con la COVID-19, mientras que ya la mitad lo está por la inflación.
Un 68% de consumidores señala que los precios están subiendo de manera muy aguda, una percepción mayor que lo visto en otras economías europeas como Alemania (59%), Francia (49%) o Reino Unido (48%).
“Si la década pasada la empezamos con una crisis económica, esta lo hacemos con tres a la vez. Saliendo de la pandemia, entrando en inflación y la guerra revoloteando alrededor, lo que nos deja un consumidor español en un momento muy coyuntural, que va a gastar en vacaciones y con eventos y celebraciones pendientes que tiene muchas ganas de celebrar”, explica Martin Wohlfart, director del estudio en España.
“A partir de septiembre, con la vuelta al colegio y el fin de las vacaciones, podríamos observar cómo el consumidor empieza a bajar de marcha y veremos qué lecciones de la pasada y tan reciente crisis pone en práctica”, indica.
Caída del gasto a medio y largo plazo
De momento, son más los consumidores que consideran que su situación financiera personal y de su hogar es buena, un 61%, de ahí que todavía no estén tomando medidas de contención en el presupuesto del hogar. A este respecto, un 69% de hogares está pudiendo hacer frente a las facturas y un 85%, a básicos como alimentación.
No ocurre lo mismo con los gastos grandes que impliquen un medio o largo plazo, como la adquisición de un coche. Un 55% afirma que no podría asumir la compra de un vehículo y un 31%, si bien podría, no se quiere arriesgar.
Y aunque actualmente solo ven el corto plazo, dejando entrar el deseo de recuperar el tiempo perdido por la pandemia, con el paso de los meses irán cambiando hábitos de consumo, más ajustados al momento actual. En concreto, cuatro de cada 10 reducirá gastos; y una tercera parte modificará comportamientos que impliquen un respiro para la cartera como hacer menos kilómetros con el coche y ahorrar en la partida de gasolineras.
Esto también implicará una menor tasa de ahorro, como así lo asegura uno de cada cuatro, dejando atrás los niveles máximos de ahorro alcanzados en 2020, con el 15% de renta disponible, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Esto puede afectar directamente a determinados planes de vida. De hecho, ya un 40% siente que la inflación les afecta en alguno de sus proyectos vitales. Así, el aumento del coste de la vida impacta a un 17% en mudanzas y cambios de hogar, y a un 14% en los planes de pensión.