Comenzando por el palo del IVA, que evidentemente nos cae directo pese a las promesas publicitarias de algunas marcas de que lo asumen ellas, desmentidas por los hechos reales de forma más o menos inmediata o diferida. En la radio ya han hecho la prueba con alguna de las cadenas que aseguraban no subir los precios, y resultó ser falso en casi la mitad de los productos que analizaron.
Desmantelamiento. Pero seguimos con el desmantelamiento y la destrucción mas-iva: a la educación, la cultura y la sanidad se suma la más visible, la televisión y radio públicas, que comenzó antes del verano y ha culminado en plena canícula de agosto. “Creemos en una televisión plural, equilibrada, rigurosa, eficiente, próxima al espectador…”, dice sin que se le caiga la cara de vergüenza el nuevo director general Ignacio Corrales, presumiendo del liderazgo los últimos cinco años en informativos, conseguido precisamente por todo el equipo que él mismo se ha cargado. Es tan fuerte el tema que prefiero no comentar más.
Tenemos que hablar. Hasta las campañas más optimistas ya ni siquiera se plantean subir los ánimos, sino simplemente asumir que las cosas son así. El nuevo Tenemos que hablar de Ikea comienza con una madre bastante entradita en años que asume que su hijo seguramente treintañero o cuarentón ha vuelto a casa, y le pide que no le quite su sillón de orejas. El problema es que, como también le habrán quitado los 400 euros, porque la madre tiene pensión, no sé si podrá comprarse siquiera la hamaca de lona más barata de Ikea. Por si acaso, Ikea prefiere poner la campaña e Internet y así también se ahorra los anuncios de la tele.
Incluso lo nuevo huele mal. Y eso que Facebook y Twitter parecen hundirse en la miseria, al comprobar los accionistas que los millones de usuarios gratuitos no generan ingresos y mucho menos beneficios. Vamos que, ¿quién paga todo esto? Cuando hasta Cristiano Ronaldo está triste porque al parecer no le quieren lo que quiere que le quieran…
Eficacia gratuita. Entre las pocas noticias positivas, el 58% de las campañas presentadas a los Premios Eficacia son finalistas, un porcentaje muy superior a cualquier festival publicitario. Ya veremos si de verdad son campañas de publicidad o, como en los últimos años, y cada vez en mayor medida, las premiadas se basan en su mayoría en la publicity y las relaciones públicas a mansalva, confirmando una vez más que para la AEA y estos premios la eficacia es lograr que los medios de comunicación hablen de sus marcas y productos sin cobrar un euro. Y si a los medios se les reduce cada vez más la publicidad, su principal y en muchos casos única fuente de ingresos, por lógica irán cerrando después de reducir todos los gastos posibles, que pasan por despedir a la mayoría de la plantilla y echar a los colaboradores, algo que ya han hecho una gran parte.
Testimonios. Con este panorama, las marcas hacen campaña con testimoniales de consumidoras a las que se pregunta “¿A qué no renunciarías de tus marcas favoritas?”. Seguramente a muchas cosas, si se pudiesen seguir comprando. Porque posiblemente muchos compradores de marcas blancas ya ni se plantean la duda.