No se cuántos se han sumado a las filas de la academia, y quizás los problemas actuales provoquen que ni siquiera puedan dedicar un par de horas de una tarde a mostrar su reconocimiento, admiración, o simplemente agradecimiento a aquellos que dedicaron su vida profesional a la publicidad, en una época en la que incluso estaba mal vista.
El imbécil. En esta línea de defensa a ultranza del valor de la publicidad fueron los discursos más destacados, con un Joaquín Lorente pletórico que no dudó en calificar de imbécil al que hace ya bastantes años señaló irónicamente que prefería que su madre pensase que era pianista en un burdel antes que publicitario. Lo curioso es que, si no recuerdo mal, fue Jacques Séguelá, al que el propio Lorente vendió su agencia hace algunos años. Lorente llegó a decir que la publicidad tuvo un papel determinante en la creación de la clase media española, y con ella la democracia y sociedad actual, lo que parece algo exagerado. Por su parte, Julián Bravo, presidente de la Academia, incidió en el valor y actualidad del trabajo de los pioneros del sector, si bien el planteamiento de que sus campañas dialogaban con el consumidor adelantándose en décadas a la interactividad actual de las redes sociales e Internet también sonó algo excesivo. Sin poner ningún reparo a los méritos de los nuevos académicos de honor y su labor pionera, dudo que ambos argumentos pudiesen defenderse tan fehacientemente fuera de un acto de carácter tan emotivo. Vamos, en un ámbito puramente académico.
Elefantes en un 600. Lo cierto es que a veces las ideas de toda la vida vuelven a repetirse como si fuesen novedosas. Y no hablo de conceptos estratégicos, sino de planteamientos creativos. En una época ya lejana hubo incluso concursos de cuánta gente podía entrar en un Seat 600, o subidos en una motocicleta. Dio lugar hasta un chiste malo de cómo meter cuatro elefantes en un 600: dos delante y dos detrás. La actualización pasa por el Ford Ka Windows Live Messenger, “El coche de tu comunidad”, una edición limitada de 500 unidades que parece tratar de reunir todos los tópicos del 2.0. Y como original idea de lanzamiento, unida a barata forma de hacer base de datos, se promete el premio de uno de los coches al que consiga meter más amigos virtuales en un Ka, a través de la web Cuantoskabenenunka.com. Claro que no se si una base de datos creada así valdrá para algo.
La historia interminable. Otra historia que parece que nunca acabará es la famosa guerra del fútbol entre Prisa y Mediapro. La última batalla legal da la razón al primero, pero cuando caben recurso tras recurso y tiro porque me toca, y aún confesando mi desconocimiento de temas legales, no parece que sea la victoria definitiva de una de las partes. Claro que si tanto se habla de la burbuja inmobiliaria, quizás no estaría de más pensar en la burbuja de derechos televisivos relacionados con el fútbol, dado el increíble precio que se llegó a pagar por ellos con unas cuentas de la lechera que hoy día difícilmente cuadrarán, dada la caída de las inversiones publicitarias y el aumento de la competencia en la televisión de pago. Las primeras soluciones son dignas de otro cuento, el de la gallina de los huevos de oro: pongamos también fútbol los lunes, a ver si le estrujamos más el pescuezo. Al final, poco cambia, y las fusiones de cadenas no son sino indicativo de que el negocio no es ni mucho menos tan jugoso como se lo prometían muchos.