El primer anuncio me gustó, aun viendo raro los bocatas de choped en el cementerio; pero el segundo no me hizo ninguna gracia: ni que presumiesen de los milagros que deben hacer los ancianos alimentando a hijos y nietos con sus pensiones menguantes, ni de que los jóvenes mejor preparados de toda la historia deban emigrar al no tener trabajo, o que tengamos aeropuertos “pa’ aburrir” y líneas de alta velocidad para parar un tren. Vamos, más que una marca de embutidos me pareció que era un anuncio gubernamental del estilo “España no va tan mal”, ya que lo de “España va bien” está claro que ahora no colaría. Pero debo estar muy equivocado sobre el sentir “popular” de los consumidores, pues ha logrado el segundo Gran Premio a la Eficacia consecutivo, con un incremento enorme de notoriedad y ventas.
Campañas de verdad. Lo más destacado de los Premios Eficacia de este año es que, al contrario que en ediciones anteriores, parece que se han premiado más las campañas de publicidad real con más criterios que la cantidad de publicity e impactos gratuitos conseguidos en los medios. Hay alguna excepción, por supuesto, como el premio a Nike por ponerle una camiseta del Barsa a la estatua de Colón de Barcelona. Puestos a premiar eso, se lo merecían mucho más las activistas de Femen por su protesta en el Congreso de Diputados: con mucho menos presupuesto lograron muchísimos más impactos, notoriedad y repercusión.
Se chove, que chova! Otro ejemplo de esa tendencia creciente y generalizada de conseguir repercusión lo más barata posible lo acaba de dar Bap & Conde con su nueva entrega de “Vivamos como galegos” para los supermercados Gadis. ¡Se chove, que chova! ha logrado medio millón de visitas en menos de una semana sin haber invertido ni un euro en difusión patrocinada en Internet. Con todo, la campaña está prevista también para televisión, radio, prensa, eventos y otros medios, algo lógico, pues no creo que las amas de casa gallegas sean mucho más internautas que las del resto de España, y está claro que se trata de vender un supermercado.
El consejo del Sol. El Festival El Sol parece tomarse muy en serio su futuro, y al menos las novedades presentadas a los medios suenan muy bien: el consejo asesor con publicitarios de primera línea de España y los principales países latinoamericanos puede ser una garantía de seriedad y compromiso en esa siempre complicada búsqueda de la mejor creatividad. Dada la novedad del tema habrá que esperar para ver los resultados reales, pero Jordi Palomar y el equipo de la Fundación El Sol transmiten una clara intencionalidad de que resulte eficaz. Otra cosa será si, como indicó Palomar, el consejo asesor tiene como consecuencia aumentar mucho el nivel de exigencia de los premios, lo que podría llegar a ser preocupante teniendo en cuenta el enorme porcentaje de desiertos que ya hubo en la última edición. Vamos, no sé hasta qué punto dará una buena imagen de la publicidad latina que El Sol tenga un palmarés muy bueno pero paupérrimo. Por otra parte, los partners seguramente aportan cierta seguridad en estos complicados tiempos, aunque no termino de entender lo de los acuerdos superconfidenciales en una Fundación.
Cambios en las cúpulas. En poco tiempo Chiqui Bua deja de ser CEO de Publicis para asumir la presidencia y CEO de Leo Burnett; en Publicis le sustituye Natalia Marín como nueva CEO de la agencia, y se nombra a Rafael Santamarina como director creativo ejecutivo. Al tiempo, Carlos Martínez-Cabrera deja la presidencia de Contrapunto en una salida que no parece tan clara cuando se conoce en pleno proceso de negociación y sin acuerdo definitivo. Son movimientos que parecen indicar que el sector sigue más revuelto que nunca, y que los brutales recortes quizás no han sido suficientes en muchas empresas.
Dspedida y cierre. El impresentable cierre de Canal 9 es la demostración clara y palpable de los efectos y consecuencias finales de la nefasta política de medios de bastantes gobiernos. Telemadrid y TV3 pueden ser las siguientes de la lista, y TVE no queda muy lejos si la cosa sigue así. Canal 9 tenía más plantilla que Tele5, Antena 3 y La Sexta juntas, se dice pronto, pero lo increíble es que los mismos que hicieron crecer esa plantilla hasta 1.800 trabajadores, y hundieron la audiencia hasta límites insospechados, ahora se laven las manos y la cierren como si no hubiera otra solución para solucionar el desastre.