Con este evento, Coca-Cola Light quería llamar la atención sobre la marca y vincularla al ámbito de oficinas.
La acción consistió en la instalación de una oficina ficticia dentro del perímetro de Azca, centro de negocios de gran transito en Madrid, compuesta por muebles, ordenadores, un reloj una nevera de vinilo con la imagen de Coca-Cola Light y unos actores/bailarines que hacían el papel de oficinistas simulando que estaban trabajando. A las 8.30 los oficinistas comenzaban a trabajar, y a las 11.30 sonaba una alarma seguida de un tema musical. En ese momento los oficinistas ejecutaban una coreografía y sacaban de la nevera latas de Coca-Cola Light durante dos o tres minutos, sumándose de forma progresiva a la coreografía 15 viandantes. A su vez, a la misma hora, un grupo de azafatas se encargaba de realizar un sampling en la propia calle para apoyar la acción, repartiendo latas de este refresco. La coreografía terminaba con todos los bailarines congelados, haciendo que bebía cada uno de sus latas