Esta es una historia de las que me gusta explicar. La colaboración de una organización no lucrativa con una empresa que va más allá del mero intercambio de recursos económicos a cambio de imagen. Es la historia de dos organizaciones que suman sus conocimientos y capacidades para hacer algo conjuntamente. Esto es eficiencia. Es impacto. Es suma de voluntades. Es una relación de partenariado. Colaboración entre el mundo social y el mundo empresarial que culmina en la creación de una empresa social denominada BetterShelter.org.
El año 2010, un grupo de diseñadores e ingenieros suecos de Ikea, a través de su fundación, junto con miembros de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, (UNHCR, ACNUR en España), se puso en marcha para encontrar una mejor solución a los problemas de los desplazados por motivos de guerras, hambrunas, etc.
Fruto de la experiencia de UNHCR en Etiopia e Irak, y de los insights obtenidos de los propios refugiados, trabajaron conjuntamente en un laboratorio de innovación para diseñar una mejor solución a la actual de las tiendas de campaña que los millones de refugiados en todo el mundo se ven obligados a utilizar para cobijarse en su penoso tránsito a ninguna parte.
Imagina vivir durante años en una pequeña tienda de campaña como hogar. Sin espacio vital. Sin ninguna intimidad. Soportando el frío, el calor y las lluvias. Sin ningún tipo de seguridad. Better Shelter es una oportunidad para diseñar soluciones innovadoras, para devolver la dignidad de las personas y ayudarles en su periodo de tránsito, que puede durar años o quién sabe si toda la vida.
La solución, la creación de una cabaña de 17,5 metros cuadrados para cinco personas. Tiene un coste de 1.200 euros y se entrega en dos cajas con explicación ilustrativa para el montaje. Se monta entre cuatro personas en cuatro horas. Esta cabaña puede tener una vida útil aproximada de tres años, mientras que las actuales tiendas de campaña a duras penas llegan a los seis meses.
Evidentemente, esto no resuelve el problema de los refugiados, ni tampoco es la solución permanente a sus problemas, pero sí una oportunidad para ofrecer dignidad a las familias y personas que han dejado atrás todo en busca de seguridad, mientras se encuentra una solución definitiva.
Es un ejemplo. Empieza a haber unos cuantos. Los retos de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para el 2030 propuestos por las Naciones Unidas implican a gobiernos, organizaciones no lucrativas y también a las empresas. Más allá de las donaciones, que, evidentemente, son necesarias. Más allá de los proyectos innovadores de unos y otros, nada mejor que trabajar conjuntamente. Compartir experiencias y conocimientos. Identificar un problema a resolver. Invertir tiempo y esfuerzo. Pero, sobre todo, conocimientos especializados y talento. Superar los egos y los apriorismos por un proyecto que trasciende a unos y otros.
Algunos pensarán que solo es una operación de marketing más del gigante sueco, pero las fundaciones corporativas como Ikea Foundation están realizando una gran labor. Cada día más focalizada y profesional. Desde el año 2015 estas cabañas han dado refugio a más de 10.000 personas y han recibido prestigiosos premios de diseño. Evidentemente, los reconocimientos son bienvenidos, pero el mejor reconocimiento será ver como estas cabañas se extienden por los campos de refugiados para darles la dignidad necesaria en su tránsito y, sobre todo, esperar que antes de esos tres años de vida útil queden vacías porque las familias han encontrado finalmente su lugar en el mundo. Mientras esto ocurre, bienvenida sea la cooperación entre empresas y organizaciones no lucrativas por un mundo mejor.
Juan Mezo, socio director de Valores & Marketing.