Fuera referencias. El debranding consiste en retirar las marcas de los productos. No las camufla. Una práctica que comenzará a asomar este año y que solo los más fuertes podrán permitirse. Renunciando a todos los elementos de su identidad visual, los anunciantes se presentarán cara a cara frente a los usuarios.
Aunque nos pueda parecer un disparate, el debranding es una de las tendencias detectadas por las comisiones de trabajo de IAB Spain y así ha quedado incluida entre las 12 líneas maestras del negocio digital para este año. Hasta los manuales de estilo se apartarán del rigor normativo y dejarán paso a la inspiración, permitiendo que los encargados de crear materiales para las marcas puedan construirlos en el proceso.
Este año también se consolidará la simplicidad en el branding. Gráficamente cada vez más marcas dependerán solo de su isotipo y dejarán de lado los apoyos visuales demasiado recargados. Los mensajes rezumarán sencillez y claridad para transmitir directamente el beneficio del producto.
Parece, por tanto, que nos asomamos a una nueva era en la vida de las marcas, que sobrepasarán sus representaciones gráficas para convertirse, fundamentalmente, en experiencias. Algo de lo que venimos oyendo hablar hace tiempo pero que es ahora cuando tomará cuerpo cierto.
Las marcas se vuelven más personales. Intentarán hablar de tú a tú con los consumidores apoyándose en una publicidad más real, muchas veces testimonios auténticos, y en el UGC (User Generated Content).
ESCUCHA Y COHERENCIA
Los consumidores exigen más atención a las marcas, que deberán flexibilizar su posicionamiento para escuchar a clientes y empleados. Escucha activa dentro y fuera.
Y cuidado con lo que se dice. Los usuarios se han hecho expertos en detectar incongruencias entre lo que dicen las marcas y lo que realmente hacen. Aquellas marcas con discursos que no estén secundados por acciones contantes y sonantes serán penalizadas.