
La nueva identidad refleja un cambio en el enfoque de trabajo de la fundación que pasa de centrarse en las sustancias a trabajar en el fortalecimiento de la persona, potenciando sus capacidades y actitudes para ser menos vulnerables frente a cualquier conducta de riesgo.
La FAD nació a mediados de la década de los años 80, en un momento en el que las drogas, y en especial la heroína, generaban una gran preocupación social. Entonces la misión se concentraba en prevenir el consumo. Ahora la situación ha cambiado, tal y como se explica en el comunicado: “Con el paso del tiempo, el universo juvenil ha cambiado profundamente. La accesibilidad a muchas sustancias es un hecho, y la aceptación tácita y banalización social de determinados consumos una realidad. Esto supone la necesidad de asumir que las drogas no van a desaparecer y por ello, como sociedad, debemos aprender a convivir con ellas. Eso implica que trabajemos para gestionar adecuadamente esa convivencia”.
En definitiva, se trata de promover el desarrollo personal y social de adolescentes y jóvenes mediante acciones de promoción de actitudes positivas para poder prevenir conductas de riesgo social, entre las que se encuentra el consumo de drogas.