Abarca todos los aspectos del trabajo de la agencia: creatividad, producción y de medios.
“Se trata”, según el presidente del Grupo en España, Félix Vicente, “de una iniciativa sin precedentes en el sector de la publicidad, más allá de cualquier obligación contractual o legal. De este modo, sólo McCann puede garantizar que el consejo de la agencia es independiente, imparcial y ajeno a cualquier interés económico derivado de ingresos atípicos. El grupo sólo será remunerado por sus clientes y los ingresos de los proveedores les serán devueltos”.
En un mercado suficientemente enrarecido como es el publicitario, al menos en nuestro país, en el que el cliente tampoco está exento de culpa y de cierta complicidad con la situación, decisiones como ésta representan una bocanada de aire fresco y saludable. El paso que da ahora el Grupo McCann, aunque tal vez no sea del todo ajeno a los acontecimientos vividos por su holding Interpublic en los últimos tiempos, es digno de aplauso. Por lo que supone de clarificación y de paradigma para el resto de las agencias y servicios publicitarios, dado su peso en el mercado. Ojalá se generalice y consolide la tendencia, aunque la tradición seguirá pesando, no obstante, durante mucho tiempo todavía.
Las agencias, ya sean creativas, de medios, de marketing directo o de otros pelajes deben vivir de su trabajo, que ha de pagar el cliente, como es natural, y no verse obligadas a buscarse la vida vía medios y otros proveedores. Es la forma de acabar con la desconfianza. Pero para eso hace falta también el concurso de los clientes. Y muchos no están por la labor