Aterrizándolo al entorno empresarial, y en concreto al sector de la comunicación comercial, hay razones suficientes para ocuparse, que no pre-ocuparse, de lo que está sucediendo y el devenir de los acontecimientos.
Lo sé, los datos se empeñan en recordarnos que vivimos una época complicada. He leído el último barómetro de IPMARK con Sigma Dos en el que son mayoría los anunciantes, agencias y medios que creen que la situación en este año va a ser peor que la del año pasado. Es más, de los datos se desprende que las agencias somos más pesimistas que los anunciantes. Y eso me preocupa.
Si todos nos instalamos en el derrotismo, estamos convirtiéndonos en conformistas y resistiéndonos a intentar lo nuevo. Si repetimos en cada reunión o evento que esto está muy mal, estamos negándonos posibilidades que no vemos. La historia nos enseña que toda crisis tiene su fin y que siempre hay oportunidades para crecer.
Quiero recordar la famosa la frase del presidente de una gran marca automovilística, quien en medio de la Gran Depresión (que, recordemos, fue la crisis económica mundial más larga y profunda del siglo XX), se atrevió a decir: “No veo ninguna razón por la que 1931 no será un año extremadamente bueno”. ¿Demasiado incauto? No. Su compañía planteó diversos cambios en sus líneas de producción que fueron la semilla de su liderazgo en Estados Unidos en las décadas siguientes.
Una predisposición al optimismo provoca realidades positivas, o como poco, momentos de aprendizaje. Para ello me atrevo a exponer varias razones de peso para sostener mi afirmación:
• Una actitud positiva y optimista genera endorfinas, un euforizante natural sin efectos secundarios.
• Sirve de motor para experimentar, analizar, medir y si no hay buenos resultados, probar nuevas opciones.
• Activa la capacidad de evolucionar como negocio, revisar con ánimo lo andado y adoptar fórmulas innovadoras y eficaces, con el poso de la experiencia de antes.
• Ayuda a enfocar los problemas, buscando soluciones y posibilidades de forma creativa y personalizada.
• Aumenta el orgullo de pertenencia. Aunque las cosas están como están en España no hay que olvidar que gozamos de un gran prestigio internacional en el campo cultural, en la gastronomía, en el deporte… Tener gente que ha llegado a ser el número uno en esos campos implica que contamos con un buen número de personas que, en un momento concreto, optaron por una actitud positiva frente a otras posibilidades más cómodas: “no puedo”, “es imposible”, “para qué lo voy a intentar”, “nadie ha llegado hasta ahí…”.
• Está demostrado que el optimismo repercute en la cuenta de resultados de las empresas. Según Luis Rojas Marcos es cuestión de actitud y tesón. Por ejemplo, ante una venta “el optimista lo intenta más veces. Un vendedor normal realiza doce llamadas telefónicas, el optimista insiste el doble de veces”, y es muy posible que invente nuevas fórmulas para persuadir a su cliente.
En España hay una nueva generación dispuesta a trabajar, y son los profesionales más preparados de la historia de nuestro país. Debemos ser los directivos los que sepamos detectar ese talento y promoverlo dentro de nuestras estructuras. La calidad de las nuevas promesas en nuestro sector en muy alta, lo puedo garantizar. Además, aportan una energía y ganas de hacer cosas diferentes que puede revitalizar hasta al profesional más hastiado por la crisis.
Es cierto que España está en el punto de mira europeo e internacional, se nos cuestiona por motivos políticos, y económicos principalmente. La decepción y la desconfianza hacia los poderes públicos se han instalado en los consumidores que, ante este vacío de liderazgo político, ha vuelto su mirada hacia las marcas. Según el último Barómetro de Confianza Anual que publica Edelman, en el último año la confianza en las empresas ha aumentado en España, ya que estas responden mejor y más rápido a las demandas de los ciudadanos. Esta es una buena oportunidad para que las compañías den un paso adelante y escuchen a su público, que son los primeros que están inmersos en un continuo y profundo cambio de hábitos y de usos de sus productos y servicios.
Estoy convencida de que la evolución y el cambio tienen que ser las palancas del futuro. Vivimos momentos difíciles, sí, pero los seres humanos también tenemos una gran capacidad de reinvención y de creatividad que nos garantizará el éxito en poco tiempo. Ya lo dice el proverbio chino: “Cuando soplan vientos de cambio, algunos construyen muros. Otros, molinos”. Seamos de estos últimos.
(*) Beatriz Delgado, CEO
de Mindshare España