Internet es el tiempo del usuario, luego, o lo mimamos, o estamos abocados de forma irremediable al fracaso. ¿Por qué? Porque Internet es un medio voraz donde nuestros competidores se encuentran a tan sólo un clic-dedo de distancia, y donde estamos al alcance de la mano [ya en febrero de 2012 el porcentaje de accesos a Internet desde el smartphone –no tabletas– era ya del 8,5% (fuente: StatCounter Global Stats)].
¿Cómo centrarnos entonces en el usuario y rentabilizar su tiempo? Consiguiendo un sitio usable; vale, ¿y eso qué es? Si nos ponemos académicos,
José Luis García López * |
se puede definir la lo usable como “la capacidad de un software o sistema interactivo de ser comprendido, aprendido, usado fácilmente y atractivo para un usuario en condiciones específicas de uso” (según la ISO/IEC 9126, estándar internacional para la evaluación del software), por tanto, si alcanzamos esto, conseguiremos implícitamente un sistema efectivo, eficiente, y donde el usuario a través de su experiencia quedará satisfecho de cara a conseguir sus objetivos. Esta disciplina es lo que se conoce como USABILIDAD.
Si conseguimos usuarios satisfechos estos volverán a nuestro sitio, nos darán nuevas oportunidades para fidelizarlo aún más; la captación de los mismos dependerá de nuestra capacidad de seducción desde el minuto cero. De este primer contacto depende nuestro éxito, y para ello juega un papel fundamental nuestra home/landings, esa es nuestra primera carta de presentación, con la que debemos generar recuerdo, la joya de nuestra corona.
¿Cómo generamos entonces ese recuerdo? Con experiencias satisfactorias. ¿Y cómo se consiguen? Orientando nuestro diseño exclusivamente al usuario y su tiempo; el usuario tiene el poder, y es él quien decide en cada momento; cuanto más fácil se lo pongamos, más tiempo conseguiremos arañarle en el futuro, para conseguir nuestros objetivos. Debemos darle lo que espera, desde el primer contacto, sin distracciones.
Diseñemos entonces pensando en el usuario y su tiempo; demos certezas en un primer vistazo, identificando el propósito de nuestro sitio de una forma clara y a simple vista. Utilicemos para ello las áreas más visibles de nuestro site. No hay que olvidar, por obvio que parezca, que el comportamiento de los usuarios en el mundo occidental es leer de izquierda a derecha y de arriba abajo, luego es ahí, en el vértice superior izquierdo donde se fija la mirada del usuario, y es ahí, donde se debe identificar nuestra marca.
Ahora toca generar ese recuerdo, focalicémonos en los puntos de aterrizaje del usuario, home/landing. Optimicémosla para una carga rápida (economía del tiempo) y evitar abandonos (porcentaje de rebote) disponiendo a un clic los contenidos importantes que interesan al usuario de forma clara, con una jerarquía visual ordenada. Nuestro objetivo, no jugar con el tiempo del usuario y conseguir que su tiempo perdure en nuestro site.
¿Cómo hacemos que el usuario permanezca en nuestro sitio? Consiguiendo credibilidad. Vale, ya, pero ¿cómo conseguimos esto? Vayamos, a lo relevante, demos al usuario lo que demanda, contenidos claros y de calidad, así conseguiremos que nuestras visitas vuelvan, y si vuelven es porque algo estamos haciendo bien; esos usuarios serán nuestros mejores prescriptores.
¿Qué ocurre si damos contenidos de calidad? Pues que los enlaces hacia nuestra web no tardarán en llegar, y si además generamos contenido fresco, con una actualización frecuente, y firmando y fechando para mantener el site está vivo, estaremos ofreciendo alimento para los motores de búsqueda. Los grandes motores de buscadores tipo Google, les gusta engullir información textual y novedosa, lo que estaremos ayudando a mejorar el posicionamiento orgánico (SEO). ¿Por qué será que ahora todas las compañías y organismos tienen un blog? Harina de otro costal es la calidad de los contenidos.
El contenido debe ser el protagonista de nuestra web, y además, si breve, dos veces bueno. Adaptémonos al medio, a Internet y al usuario y su tiempo; demos la información en píldoras, estructurando bien la información (tanto a nivel visual como de código H1, H2…), dando importancia a lo que lo tiene, y desechando el ruido visual y las páginas largas (¡muerte al scroll!); apoyémonos para estructurar la información a través de enlaces.
Desmitifiquemos los tres clics como el ideal para llegar a cualquier información dentro de nuestra web, en muchas ocasiones será imposible, pero si damos contenidos de calidad al usuario, los clics quedarán subordinados a estos, eso sí fomentemos estructuras de contenidos lo más planas posible, conseguiremos una mayor economía de clics, facilidad de acceso a la información, y ahorro de tiempo al usuario, además de una mejor indexación en los motores de búsqueda.
Facilitemos entonces una navegabilidad clara, consistente y homogénea, lo que ayudará al usuario a navegar y encontrar la información; hagamos intuitivas e identificables las zonas clicables e interactuables (los enlaces, por convencionalismo, mejor si son azules), apoyémonos en signos visuales, marquemos el camino (sistema de migas/breadcrumbs). En definitiva, hagamos que la navegación sea recordada. Como decía en el título Steve Krug en su libro, ¡No me hagas pensar!
Demos facilidad de uso, pongámoslo fácil, ayudemos a la encontrabilidad de contenidos mediante herramientas de búsqueda, la lectura rápida mediante el uso de negrita (no olvidemos que en la web no leemos, saltamos por el contenido), enlaces cortos e identificativo y añadiendo gráficos cuando aporten valor entre otros. Como decía Miguel Ángel cuando se enfrentaba a un bloque pétreo, nuestra obra de arte está ahí, sólo hay que quitar lo que sobra; hagamos lo mismo, quedémonos con la esencia, con lo sustancial, ahorremos tiempo al usuario.
Eliminemos entonces lo superfluo, tendamos a lo diáfano y minimalista, ventilemos nuestro diseño, démosle aire, que respire, y que nuestra vista descanse, pero sin perder el atractivo; no hay que olvidar que una web/aplicativo web, entre otras, en la mayoría de los casos son plataformas comerciales, un territorio de marca, y una buena imagen genera credibilidad. No caigamos en diseños radicales como el de Jakob Nielsen (www.useit.com) donde la usabilidad se lleva al extremo.
Sirvámonos de las pautas, pero adaptándolas a nuestras necesidades sin dejar de lado convencionalismos; no intentemos reinventar la rueda por poco intuitivo que nos pueda parecer. No olvidemos que la rueda termina haciendo camino. Por ejemplo, si por costumbre el logo principal del sitio es una vía de escape a la página de inicio para el usuario, mantengámoslo así. ¿Por qué liar al usuario y hacerle perder el tiempo? ¿Para qué accidentarnos innecesariamente?
¿Y si ocurre una accidente? Ofrezcamos mecanismos precisos para seguir adelante de forma rápida, ayudemos a diagnosticar, reconocer y solucionar problemas (por ejemplo, los errores en formularios). Por muy claro y fácil que nos parezca nuestro sitio web, es necesario un mínimo de ayuda.
Un hoy vale por dos mañanas, demos contenidos de calidad y diseñemos en función del tiempo, y obtendremos un usuario satisfecho.
Aquí tenemos los ingredientes, sólo falta cocinarlos; añadamos un poco de sentido común y aderecémoslo con experiencia (y si es de expertos, mejor que mejor).
(*) José Luis García López es experto en diseño web de BABELcreativa.