Un equipo de químicos, liderado por María José López, se ocupa de que cada SEAT tenga ese olor neutro, a nuevo, tan característico de los automóviles recién comprados. El marketing olfativo es tan importante en automoción como en otros sectores.
También al diseñar un coche se busca que los clientes perciban, a través de sus sentidos, una experiencia de calidad.
“Analizamos todos los materiales no metálicos de un coche uno por uno y evaluamos si los olores que desprenden son correctos y agradables”, explica María José López sobre la metodología de trabajo que sigue su equipo. “Una de las pruebas que hacemos es calentar el coche a más de 60 grados para luego entrar dentro de él y comprobar cómo huelen los materiales porque con el calor se hace más fácil diferenciar los olores”.
Cuando alguno de los materiales huele demasiado fuerte se activa un protocolo para intentar substituirlo o buscar posibles soluciones. Según comenta esta química, de todos los materiales utilizados para fabricar un coche la piel es el que tiene más singuralidad. “Tiene que desprender olor, debe oler a buena piel, porque eso de la un plus de calidad al vehículo”, señala.
Narices entrenadas
Este equipo de expertos tiene la nariz entrenada, pero para llevar a cabo su trabajo son necesarios otros requisitos como, por ejemplo, no perfumarse ni fumar con el fin de no distorsionar el resultado de las pruebas.
Este tipo de estudios, que se iniciaron a mediados de los años 90, han ido en aumento y en la actualidad SEAT está realizando más de 400 test anuales para asegurar en todos los coches ese aroma tan característico que los usuarios identifican como olor a nuevo.