Cada novio/a prepara la exhibición de sus mejores galas, aquellas que potencian las beldades y ocultan las miserias: michelines en forma de deuda, ojeras de pérdida de audiencia, halitosis de contenidos agotados y un poco macabros etc. Como la jet es educada y todos saben lo que hay, hasta el momento del contrato matrimonial no creemos que se hable de groserías; eso lo hacen los nuevos ricos y los horteras. Me imagino que, entre polcas, valses y violines, hablarán del maravilloso futuro que les depara la vida en común, de la complementariedad de sus perfiles, de las encantadoras posesiones rurales (léase derechos, series de éxito etc.) de los veloces corceles que habitan las cuadras (léase presentadores, periodistas y estrellitas varias) y de lo guapos e inteligentes que saldrían los niños.
La verdad es que quieren arrejuntarse, pero las miserias son muchas. Veamos lo que se oculta bajo los vestidos y los maquillajes:
1. Hay varios que deben lo que no está escrito (Prisa, aunque el niño Cuatro ha salido trabajador y paga los gastos de la hermana disoluta y La Sexta, que