¿Caricaturas?

Ronald Searle, su autor, nos ofrece al inicio de su lectura dos definiciones: 1) “La caricatura es un arte menor

Ronald Searle, su autor, nos ofrece al inicio de su lectura dos definiciones:
1) “La caricatura es un arte menor que comporta responsabilidades mayores”.

2) “La historia de la caricatura es la historia de la conciencia de la sociedad”.

Ambas afirmaciones son justificadas por la reciente, tardía y trágica explosión de una buena parte del mundo musulmán, indignada ante las ofensivas caricaturas del profeta Mahoma publicadas en un diario danés y que poco o nada tienen que ver con la tan jaleada libertad de expresión.

El centro del problema no es una cuestión de autocensura, censura a fin de cuentas, sino de ejercitar el sentido común y el respeto. El poder y sensibilidad de la imagen, en especial el de la caricatura, pueden ser tan destructivos como el de la trinitroglicerina si no se sabe manipular o se actúa con la irresponsabilidad de la ignorancia. (Y últimamente los creativos estamos jugando con fuego.)
El poder, y el peligro, del arte de la caricatura, que no del chiste obsceno, está en la capacidad de hacer aflorar el carácter del individuo deformando sólo el trazo, no su espíritu.

El libro sagrado de los musulmanes no es el único que advierte de crear imágenes susceptibles de convertirse en ídolos que sustituyan a dios. El verdadero, y no el que diseñan los fundamentalistas a su imagen y semejanza. Los mismos que imponen en las calles grandes retratos de sus líderes y ayatolás, culto a la personalidad puro y duro. Imágenes que devienen en ídolos que deforman, como los malos caricaturistas, el verdadero espíritu del cristianismo y del islam.

(1) La caricature. Ronald Searle, Claude Roy, Bernd Bornemann. Skira. Lausana, 1974

(*) EduarDo Oejo es asesor de Comunicación Visual
oejovisual@yahoo.es