Repasemos lo que ha sido esta primera mitad del año mientras la Selección repasa el equipaje de vuelta a casa en cuartos de final del mundial (con un poco de suerte, incluso me equivoco).
El primer trimestre estrenó el año con una cierta esperanza de que el sol saliera para todos, pero pronto se vio que el calor se concentraba en los poderosos, dejando en la sombra a los modestos. Las grandes cadenas nacionales han acaparado una inversión que no acaba de justificarse, mientras que otros medios se han visto perjudicados por una excesiva concentración presupuestaria.
Lo que pone de manifiesto este resultado es que la dinámica de la comunicación sigue siendo muy plana y excesivamente previsible, algo que facilita la vida a los departamentos comerciales. Lo peor es que los especialistas, los teóricos guerrilleros, los avanzados, aspiran a ser como sus mayores: inmovilistas, tradicionales y previsibles, pues es el modelo que ven funcionar dentro de los planes de medios.
La televisión digital ha avanzado mucho para quedarse en el limbo de lo futurible, poniendo de manifiesto lo complicado que es salir de la nada.
La Sexta ha nacido, vive y todos esperamos su crecimiento para ver si es verdad que puede aportar todo lo que nos aseguró que aportaría. De momento, mediados de mayo, no se puede decir que haya roto demasiados moldes, pero todo puede llegar.
Así que hemos sobrevivido, nuestros anunciantes siguen vendiendo y el verano quiere que le hagamos caso, poniendo sobre nuestras cabezas un espléndido azul que anuncia siesta, lectura, jornadas continuas y el horizonte de un agosto silencioso.
Al fondo, los truenos del cuarto trimestre y la incertidumbre del cierre, pero para los que tienen la suerte de ver el mar, las hogueras de San Juan purificarán el año de malos presagios, funestos augurios y renovarán el espíritu para afrontar la última etapa con ilusión.
Ánimo.
(*) Juan Manuel Beltrán es director de compra en Mediacom.